jueves, 11 de julio de 2013

DIÓCESIS
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Diócesis de San Cristóbal de Las Casas


SITUACIONES
Fui invitado por los obispos de Guatemala para acompañarles en su retiro espiritual de tres días que llevan a cabo anualmente. Estando con ellos, conocí un poco más de cerca la realidad nacional, que ellos describen con gran realismo, como pastores responsables del bienestar integral de su pueblo.
Hablan de dos grandes retos que tiene el país: la pobreza y la violencia. Dicen: “Más de la mitad de los ciudadanos viven en pobreza que se manifiesta de muchas maneras: falta de ingreso necesario para una vida digna, desnutrición y salud precaria de los niños y jóvenes, una calidad educativa que no capacita para el trabajo competente aunque reconocemos como importante la expansión de la cobertura educativa así como del aprecio por la educación formal, falta de oferta de trabajo suficiente y digna, lo que conduce a muchos a buscar mejor ingreso en el extranjero, se utilizan los bienes naturales con poca responsabilidad ambiental, hay una falta de desarrollo rural integral por el que clama el país… Es absolutamente impostergable la solución a la gravísima situación de miles de campesinos que sufren en el área rural hambre, explotaciones laborales y flagrantes injusticias”.
Dicen que la situación “hunde su raíz en aspectos graves no atendidos durante años, como la violencia imperante, el vacío de autoridad, la marginación política, la falta de desarrollo en la región, las dificultades ante la proyección de una hidroeléctrica, situaciones fronterizas conflictivas causadas por la migración forzada, el narcotráfico y el contrabando entre otras”.
ILUMINACION
Con toda firmeza denuncian: “Condenamos las acciones de intercepción, detención y aseguramiento para la deportación de personas migrantes en México; puesto que denotan hasta odio y racismo hacia la población migrante en su paso por México. Los eventos de deportación de México a Guatemala son en igual o mayor proporción de los realizados vía aérea desde EE UU. Se hace necesario monitorear periódicamente en las diferentes fronteras, los acuerdos signados por México y Centroamérica para la repatriación digna, ordenada, ágil y segura de nacionales centroamericanos migrantes vía terrestre, para verificar su cumplimiento”. Esto debería darnos vergüenza. ¿Cómo pedimos a Estados Unidos que respeten a nuestros migrantes, si nosotros no lo hacemos con los que pasan por nuestro país?
No podemos permanecer indiferentes ante lo que afirman: “Manifestamos nuestro dolor y tristeza al constatar que personas e instituciones permanecen en indiferencia y falta de solidaridad ante el drama humano de la migración. Persiste también la falta de voluntad personal y política, la resistencia a la acogida, a la hospitalidad y al buen trato hacia las personasmigrantes. Sinceramente queremos motivar a hacer vida el Evangelio de Cristo que nos motiva y nos urge a la práctica de la caridad, acogida y hospitalidad. En el camino de la Cruz, vemos a migrantes que siguen cayendo y enfrentando situaciones de desprecio y desinterés político, abandono y rechazo”.
COMPROMISOS
¿Qué hacer? Los obispos
guatemaltecos se proponen lo que nosotros también deberíamos hacer: “Ratificamos nuestra opción y compromiso por las personas migrantes, ya que representan uno de los rostros sufrientes de Nuestro Señor Jesucristo, con frecuencia azotados por políticas y leyes migratorias injustas. Concluimos con una convicción, que Jesús camina con los marginados y con las personas migrantes, por ser unos de los sectores más vulnerables; Él se hace vida en el sufrimiento y en el calvario de miles de personas que caminan con sueños e ilusiones de una vida mejor”.
Aducen lo que propusimos en Aparecida, y que nos lanza a hacer algo por los que sufren: “Necesitamos salir al encuentro de las personas, las familias, las comunidades y los pueblos para comunicarles y compartir el don del encuentro con Cristo que ha llenado nuestras vidas de sentido, de verdad y amor, de alegría y esperanza…. Urge acudir en todas las direcciones para proclamar que el mal y la muerte no tienen la última palabra” (DA 548).

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