sábado, 14 de julio de 2012


DIÓCESIS

+Mons. Enrique Díaz Díaz

Obispo Auxiliar Diócesis de San Cristóbal de Las Casas


Por amor a la verdad
XV Domingo Ordinario


Amós 7, 12-15: "Ve y profetiza a mi pueblo"
Salmo 84: "Muéstranos, Señor, tu misericordia"
Efesios 1, 3-14: "Dios nos eligió en Cristo antes de crear el mundo"
San Marcos 6, 7-13: "Envió a los discípulos de dos en dos"
Verdades peligrosas
"Hablar con la verdad se ha vuelto un verdadero peligro", son las palabras de los periodistas al comentar entre ellos los sucesos, cada vez más frecuentes, de asesinatos, extorsiones y amenazas a quienes se han vuelto incómodos. "Es triste que en un país que se ufana de vivir en libertad, que ha suscrito los tratados internacionales de libertad de prensa, que se dice en democracia… se manipule la verdad, se ponga mordaza a quienes piensan diferente o se les deje sin trabajo por sus opiniones". Los casos se multiplican y son muchos los ejemplos de quienes se sienten presionados, de quienes han sucumbido a las amenazas o a las ganancias; y de quienes encuentran todas las puertas cerradas porque no se unieron al coro de alabanzas del jefe en turno. "¿Por qué los periodistas nos hemos vuelto incómodos?", dice uno de ellos y otro, en broma, le contesta: "No todos, hay algunos a quienes les va muy bien distorsionando la verdad, escribiendo historias fantásticas y llenando de mentiras y alabanzas al mejor postor"
Por amor a la verdad
A nadie le gusta que vengan de fuera a decirle sus cuatro verdades y a sacarle sus trapitos al sol, ni "en aquel tiempo", ni ahora. La verdad siempre es incómoda y lo sabe muy bien Amós que es acusado y expulsado del territorio, sólo porque habla la verdad. Ser profeta es responder a una vocación arriesgada y estar dispuesto a ir a donde sea y denunciar a quien sea, si así lo quiere Dios. Ninguna presión humana puede bloquear su misión. Amós no es como Amasías, sacerdote vendido a las decisiones y caprichos del rey, sino que se reconoce elegido por Dios y, por tanto, libre de todas las ataduras convenencieras o beneficios humanos. A Amasías le irrita que un campesino ignorante venga de parte de Dios a advertirle sus errores y le ordena que se vaya a su casa, a sus ocupaciones, a ganarse el pan, y lo deje en paz. Pero un profeta no se vende, sabe en su corazón que no está para agradar a los hombres, sino para decir la verdad sin descuentos, sin acomodaciones, ni retrasando el encargo. Un profeta incomoda casi siempre, pero no puede esconder ni disfrazar la verdad si no quiere ser traidor a su misión.
Los caminos de un profeta
En San Marcos el profeta tiene una vocación muy especial, diríamos una "misión", que lo pone en situación tan diferente que no encuentra paralelo o analogía con otras profesiones humanas. Se trata de una persona aparentemente desarraigada del mundo y de sí misma, y siempre dispuesta a anunciar una palabra que no es la suya sino la Palabra de Dios. Jesús insiste en la urgencia de anunciar y establecer el Reino de Dios cuanto antes, pero nos hace ver que lo importante es "el anuncio", no los medios, las estructuras o los anunciadores de la misión. El Evangelio y la Verdad deben resplandecer por sí mismas, no disfrazarse de poder, de presión o de encarcelamiento. Una verdad que tiene que imponerse por dinero o por la fuerza se torna dudosa. Vendrá a nosotros la tentación de adueñarnos del Evangelio, de hacerlo a nuestro modo y de disfrazarlo de nuestra palabra; pero hacer un evangelio cómodo y acomodado a nuestros gustos es traicionar a Jesús. Por eso nos exige que no se lleven cosas de más, sino solamente lo indispensable. Ya nos estorbarán las mochilas, los panes y el dinero, porque puede que los prediquemos más a ellos que a la Palabra. Lo fundamental será siempre la transmisión de nuestra experiencia de Jesús de Nazaret y esto exige en nosotros una conversión de vida y una disponibilidad radical para escuchar la Palabra y anunciarla con valentía. Muchos han descubierto en el envío "de dos en dos", una clara alusión a la vida de fraternidad. La verdad se vive en comunidad y con los otros, no puede haber caridad cuando la persona se ahoga en el egoísmo y el aislamiento. Y el Evangelio fundamentalmente es para vivirlo en el amor, en la comunidad y en fraternidad.
Todos profetas
¿De dónde sacar fuerzas para vivir en libertad y verdad, en medio de un mundo de mentiras y esclavitudes? San Pablo nos pide que descubramos en nosotros mismos la grandeza a la que hemos sido llamados. En ese precioso himno de la carta a los Efesios, nos hace reflexionar en que "Dios nos eligió en Cristo antes de crear el mundo para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos por el amor". Llamados a vivir en la verdad y en la autenticidad desde todos los tiempos. Si vivimos de otra forma, nuestra vida se torna una mentira y equivocamos nuestro destino. Si somos hijos de Dios, como el mismo Pablo lo dice, tendremos que parecernos a un Dios que es verdad y amor. Hemos sido marcados con el Espíritu Santo después de escuchar la palabra de la verdad y de creer en el Evangelio. Pero podemos quedarnos en el camino y errar nuestro objetivo. Corremos el riesgo de que todo el inmenso bien que Dios nos quiere comunicar se quede en muy poco o nada, a causa de nuestra desidia, de nuestra torpeza, ingratitud, mezquindad y mentira. Ojalá que este día recapacitemos, miremos dónde ha quedado toda esta magnifica misión que Dios tiene para nosotros; que comprendamos el derroche de amor que Dios hace con nosotros y le correspondamos en la forma más adecuada: siendo veraces, amando y cumpliendo nuestra misión. La misión de profeta es para todos los discípulos de Jesús y nadie debe escurrirse ocultamente o disculparse disfrazando las mentiras con apariencias de verdad.
Jesús nos lanza a esta misión tan importante, hoy más que nunca, de hacer que resplandezca el Evangelio y la verdad. Si vamos tejiendo nuestra vida con pequeñas mentiras en el hogar, en el trabajo, en la política, en la religión, no nos extrañemos que nuestra sociedad despida un fétido olor de corrupción. El discípulo de Jesús será amante de la verdad y buscará construir el Reino con las herramientas que nos ofrece Él mismo: la sencillez, la pobreza, la fraternidad y la verdad. ¿Cómo lo estamos haciendo? ¿Somos cómplices de mentira y corrupción? ¿Nos urge predicar el Evangelio y la verdad?
Padre Bueno, tú que iluminas a toda la humanidad con la luz de tu Evangelio, concédenos amar la verdad y construir un mundo nuevo como discípulos de Jesús. Amén.

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