jueves, 22 de diciembre de 2011


Los cambios al artículo 24 de la Constitución Política
No vulneran el Estado laico señala Monseñor Arizmendi

Janet Hernández CruzEl obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, dio a conocer en su mensaje semanal que la Cámara de Diputados aprobó un importante cambio al artículo 24 de la Constitución Política, “la anterior redacción decía que se es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade, ahora se amplía y profundiza: Se tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión”.Indica que la fe, en efecto, no es sólo una creencia, ni se reduce a practicar actos del culto respectivo, como se decía antes, sino que abarca convicciones, conciencia y religión en general, ya que es un derecho, firmado por nuestro país desde 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no una concesión del Estado. Monseñor señala que hay ciertamente un avance, aunque aún quedan varias limitaciones, que los legisladores se resisten a eliminar, por desconfianzas ancestrales hacia la jerarquía católica, “si conocieran legislaciones de países más democráticos, verían cuánto nos falta”. Explica que la modificación reconoce el derecho de participar individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, “esto es importante en especial para los políticos y gobernantes, que se sentían limitados y cohibidos para participar en estos actos, no debe extrañar que el Presidente de la República u otra autoridad civil participen en celebraciones de su religión, es ejercicio de un derecho humano, que ciertamente nunca debe usarse para propaganda política o con fines electoreros”.Arizmendi Esquivel, expresa que ha habido airadas y viscerales reacciones a este cambio, “exageran diciendo que es un golpe al Estado laico, que se retrocede en siglos, que la jerarquía católica no cede en sus pretensiones de poder político, que se intenta imponer el catolicismo, que todo es un cálculo político para que el Papa, en su próxima visita al país, influya electoralmente a favor de quienes promovieron el cambio”. Refiere que las desconfianzas de algunos legisladores les llevaron a agregar algo que no estaba en el dictamen: Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política, por ello expone que ojalá el Senado matice qué entienden por actos públicos, “si se refieren a actos de culto públicos, estamos de acuerdo, pues no se debe usar la religión con fines partidistas, si es otro candado a la libertad de expresión, siguen violando nuestro derecho”.El prelado subraya que con este cambio, no se vulnera el Estado laico, pues un buen laicismo es democrático, respetuoso de los derechos humanos, entre los cuales está la libertad religiosa, “es democrático porque toma en cuenta al pueblo y no impone un estilo de vida: ni un ateísmo oficial, ni una religión determinada, no impide el ejercicio de la propia fe, sino que crea las condiciones para que los ciudadanos ejerzan su derecho a vivir su religión, en privado y en público, sin excluir la vida política, la educación y los medios de comunicación.Explica que el ser humano maduro y equilibrado no puede dejar de actuar conforme a sus convicciones éticas, su conciencia y su religión, el Estado laico no es totalitario, ni represor de derechos fundamentales, es lo que llamamos laicidad. El obispo Arizmendi dice en su escrito que con esta reforma, no se impone un Estado confesional; no se cambia la educación laica en las escuelas oficiales; no se pueden celebrar actos públicos de religión sin previo aviso a las autoridades civiles; no se abre la posibilidad de que las iglesias posean medios electrónicos de comunicación, “el cambio aprobado por los diputados, que depende ahora de los senadores, es importante, pero limitado, a cuenta gotas se va reconociendo el derecho a la plena libertad religiosa, para adecuar nuestras leyes a los acuerdos internacionales firmados en la materia”. Finalmente deja en claro que “no pretendemos imponer a todos nuestra religión, no ambicionamos poder político, luchamos por la libertad religiosa para todas las creencias, también para los no creyentes, si en tiempos pasados hubo imposiciones de nuestra Iglesia, eran otras las circunstancias, trabajemos juntos por un México digno, democrático, fraterno, como es el sueño de Dios para bien de todos”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario