domingo, 27 de noviembre de 2011

DIÓCESIS
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Auxiliar Diócesis de San Cristóbal de Las Casas

HOMILIA EN LA PEREGRINACION DIOCESANA

Daniel, por decreto del rey Darío, fue arrojado al foso de los leones; pero por su fe firme y perseverante en Dios, fue liberado. Así lo escuchamos en la primera lectura. Por eso, cantamos: Bendito seas para siempre, Señor. Y convocamos al rocío y a las nevadas, al hielo y al frío; a las heladas y las nieves; a las noches y los días; a la luz y las tinieblas; a los rayos y las nubes; en una palabra, a toda la tierra, para que alaben y bendigan al Señor.
En el Evangelio, Jesús anuncia destrucción, calamidades, castigos, destierro, angustia, miedo, terror; hasta las estrellas caerán. Aparece el Hijo del hombre, Jesucristo, quien nos invita a levantar la cabeza, porque se acerca la hora de nuestra liberación.
Son los textos que corresponden a la Misa de hoy, y son los mismos que se escuchan hoy en todo el mundo, también en la Misa que hoy celebró el Papa en Roma (Dan 6,12-28; Lc 21,20-28). Es la Palabra de Dios para nosotros. ¿Qué nos quiere decir el Señor, hoy y aquí, en esta peregrinación diocesana?
Daniel es arrojado al foso de los leones.Hoy, muchas personas están en el foso, en el agujero, en el abismo, rodeadas de leones. Leones son las grandes empresas cerveceras y fabricantes de alcoholes, que, con sus ganancias inmorales, despedazan a los pobres y se los comen. Leones son los cantineros, a quienes no importa destruir la dignidad humana de sus hermanos, con tal de ganar dinero. Leones son las autoridades gubernamentales de todo nivel, cuando, por corrupción y complacencia, no aplican debidamente las leyes de salud, no ponen límites al expendio de bebidas embriagantes, con tal de enriquecerse. Leones son también algunas de nuestras juntas, que se alían a empresas cerveceras para obtener recursos y hacer lucir las fiestas religiosas, que, por el exceso de alcohol, se profanan y pierden sentido. Leones son los mal llamados amigos, que alcoholizan y embrutecen a sus semejantes. Dios no quiere estas cadenas, sino que llegue la liberación, que es gracia suya y trabajo nuestro.
Leones son las empresas mineras, que hacen fosos, hoyos profundos, barrancos, excavaciones, sin importarles la protección del medio ambiente, la salud de los habitantes y los derechos de los pobres. Leones son diversos proyectos que pretenden apoderarse de tierras y territorios de los campesinos, dejándolos sin la madre tierra que les da vida e identidad cultural. Lo único que les interesa es obtener grandes capitales, que se van al extranjero, dejando empobrecidos y en desgracia a los pueblos. Leones son las autoridades corruptas, desde federales hasta ejidales, que se venden y no defienden el bienestar de las comunidades; con trampas legales y económicas legitiman la explotación irracional de los recursos naturales. Leones son los que se dedican a la tala inmoderada de los bosques.Dios quiere que tratemos a la tierra como a una madre y a una hermana, donde abunde la vida digna para todos, no que unos pocos, por su enorme poder económico y político, la degraden y destruyan. Que la tierra, el rocío, las nubes, las noches y los días sean motivo para bendecir al Señor; no que sean un desierto inhabitable y contaminado.Dios quiere que nos convirtamos, que cambiemos también nosotros, pues a veces somos los primeros en no respetar los manantiales, los ríos, los árboles, las montañas, la tierra, y nos sentimos satisfechos con sólo denunciar a otros, sin convertirnos nosotros y nuestras familias.
Leones son los vendedores y distribuidores de drogas, pequeños y grandes; los jefes de cárteles y sus lugartenientes en las diferentes plazas; los que extorsionan y secuestran para sacar dinero; los que ejecutan a quienes no siguen sus indicaciones criminales; todos los que, de una u otra forma, echan al foso de las drogas a pobres y a ricos, a adolescentes, jóvenes y adultos. Una vez que caen, ya no pueden salir y quedan atrapados y destrozados para siempre. ¡Cuánto nos duele y entristece que los propios hijos caigan en las garras de las drogas y del alcohol! Dios no quiere esclavos, sino hombres y mujeres libres, con la libertad interior y profunda que nos ha traído Jesucristo.
Leones son los que atrapan y desgarran a los migrantes que pasan entre nosotros. Los secuestran, maltratan, explotan, violan, amenazan, extorsionan y matan. Leones son los lenones que explotan sexualmente a mujeres pobres e indefensas.
Leones son los sistemas económicos, políticos, educativos y culturales, cuando cavan fosos profundos con impuestos y cobros desmedidos, con leyes restrictivas, con textos escolares sin valores éticos, con programas televisivos llenos de basura erótica y de violencia, con propagandas, espectáculos y dádivas que crean dependencia e infantilismo, con artimañas e intrigas electoreras, que impiden la libertad y la madurez democrática. Lo que les importa es mantener sus privilegios y sus ganancias, no que los ciudadanos, en particular los pobres, se levanten, salgan del agujero de su miseria y caminen, sean agentes de cambio; quieren que permanezcan siempre en su pobreza y miseria, en la exclusión y el engaño. Pero Dios no está de acuerdo con este desorden. Como dice la aclamación antes del Evangelio, Dios quiere que estemos atentos y levantemos la cabeza, pues debe llegar la hora de la liberación para todos.
¿De dónde, de quiénes, cómo, cuándo, ha de llegar esta liberación?
El rey Darío le dice a Daniel: “Tu Dios, a quien sirves con perseverancia, te va a librar”. Y así fue. ¿Quién lo liberó? No fue el rey, sino Dios. Dice Daniel: “Mi Dios envió a sus ángeles para cerrar las fauces de los leones y no me han hecho nada, porque ante él soy inocente”. Y comenta el texto bíblico: “Al sacarlo, vieron que no tenía ningún rasguño, porque había confiado en su Dios”. El rey ordenó que todos respetaran al Dios de Daniel: “El es el Dios vivo, que permanece para siempre. Su reino no será destruido, su imperio durará hasta el fin. El salva y libra, obra prodigios y señales en el cielo y en la tierra. El salvó a Daniel de los leones”. Por ello, también nosotros aclamamos: Bendito seas para siempre, Señor.
Ante la simbólica destrucción de Jerusalén; es decir, ante la angustia, el miedo y el terror que provoca la violencia; ante la inseguridad, la pobreza y la migración;ante las situaciones y los acontecimientos que nos desconciertan, Jesucristo nos trae su liberación. Sólo El es nuestra esperanza y seguridad, nuestra paz y fortaleza. Sin El, los leones nos devoran y destruyen sin piedad. Con El, podemos levantar la cabeza y seguir caminando.
Por esta fe en Jesucristo, por esta fe en la eficacia de la oración, como diócesis tomamos el acuerdo de organizar esta peregrinación. No es una marcha ni un mitin. Es una procesión pacífica, para orar juntos, para animarnos unos a otros en la lucha por la justicia del Reino de Dios. Tomamos el acuerdo, maduro y pastoral, de hacer una peregrinación que exprese nuestra fe y nuestro compromiso para lograr lo que Dios quiere: un pueblo sin sufrimientos ni angustias.La fuerza de nuestro peregrinar está en la presencia viva de Dios que nos acompaña, pues a veces nos sentimos débiles, cansados y sin esperanza. Con esta peregrinación, quedamos fortalecidos y podemos fortalecer a más personas de buena voluntad.Ante la violencia, el alcoholismo, la droga, la división en las comunidades y los leones que nos quieren devorar, acudimos, como Daniel, a Dios, que es la certeza que no falla, la salvación que libera. Dios está de nuestra parte; aquí está con nosotros, en esta Eucaristía. ¡Bendito sea el Señor para siempre!
Peregrinamos para pedir a Dios que nos ilumine y nos fortalezca con su Espíritu, y así podamos liberarnos de tantos leones amenazadores. Venimos a decir a Dios en voz alta,como Iglesia peregrina, que estamos expuestos a ser destruidos; que necesitamos su ayuda para que las cosas cambien; que nos guíe para que podamos construir otro mundo posible, otra situación, otro estilo de política, de economía, de educación, de cultura, de vida. Sólo con la fuerza de Dios, nos mantendremos firmes en proteger y cuidar la madre tierra, en valorar a los jóvenes y a las mujeres, en no descansar hasta que se libere a los cautivos inocentes, en trabajar por la pacificación y tranquilidad de nuestro país, en erradicar la corrupción y sembrar la honestidad, en la lucha contra del alcoholismo y la drogadicción.
Que el Espíritu Santo nos ayude a ser una Iglesia más cercana al pueblo desprotegido; una Iglesia más samaritana, más humana, que no pasa al lado del herido en el camino sin compadecerse, sino que hace suyos los dolores y sufrimientos de los pobres; una Iglesia que se siente responsable de la hermana madre tierra y del cosmos, obra de Dios Padre para sus hijos; una Iglesia que actúa solidariamente con todos los que,con corazón sincero, trabajan por la justicia.
¡Ven, Señor Jesús! Te necesitamos. Los leones son muchos y poderosos; a veces están escondidos en nosotros mismos, en nuestro corazón, y nos hacemos leones unos contra otros, pues nos despedazamos con críticas y exclusiones. Libéranos, Señor, de los leones externos e internos. Libéranos de las cadenas de nuestros propios pecados. Danos tu paz, danos tu esperanza, danos tu amor. Quédate con nosotros. Aliméntanos con tu Palabra, con tu Cuerpo y con tu Sangre. Te lo pedimos por intercesión de nuestra Madre de Guadalupe, madre de este tu pueblo. Así sea.
LEM. Claudia Corroy
Curia 01(967) 67 8 00 53

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