jueves, 27 de enero de 2011




Sepelio de Samuel Ruiz


Amalia Avendaño-
San Cristóbal de las Casas (México) 25 de ene.- Tras recibir honores durante dos días, los indígenas de Chiapas despidieron y sepultaron al obispo emérito Samuel Ruiz García quien en el altar principal de la Catedral de la Paz.
En una concentración de unos 5 mil indígenas en la plaza frente a la Catedral, el nuncio apostólico Cristophe Pierre encabezó las exequias en una emotiva ceremonia con elementos autóctonos que el llamado obispo de los pobres adopto de las culturas chiapanecas en los 40 años que estuvo al frente de la diócesis.
Al iniciar la misa el representante del Papa leyó el pésame del Vaticano, firmadas por el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado de su santidad Benedicto 16 quién recordó que el obispo fallecido el pasado lunes participó en el Concilio Vaticano II y otorgó “con afecto la confortadora petición apostólica”.
A nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) reconocieron a Ruiz García como un promotor incansable de la paz y una voz clara de la justicia”, además de su “liderazgo para promover la paz y los derechos humanos en México y en sus ponencias a nivel internacional”.
La presencia multitudinaria indígena, es garantía, abundó el prelado, “que lo que hizo en nombre de Dios seguira adelante, un reconocimiento de su labor sera que cada uno de ustedes siga siendo heraldo de la caridad y de la verdad y promotores del dialogo y el respeto”.
Con la música tradicional de la marimba chiapaneca se entonaron las oraciones y cánticos religiosos en las 5 distintas lenguas indígenas que integran la diócesis y los testimonios de amor hacia quién bautizaron como “Jtatik”, padre bueno en su lengua.
También se escuchó la voz del pueblo Quiche de Guatemala, en voz de una indígena quien por apoyo a los más de 40 mil refugiados guatemaltecos de la guerra civil dio “gracias que nos defendiste, confiamos en que seguirás siendo el gran defensor de los perseguidos en el mundo”.
La oración del padre nuestro fue pronunciada al mismo tiempo por los presentes en sus respectivos idiomas, escuchandose un solo murmullo en español, tsotsil, tzeltal, chol, zoque, tojolabal y otras lenguas extranjeras de los presentes quienes portaban flores, banderas, veladoras y mantas con leyendas recordando a su pastor.
Tras el evangelio de San Mateo que habla del reino de los cielos para los pobres, el titular de la diócesis Felipe Arizmendi, agradeció a su antecesor “por haber hecho conciencia desde 1975 que quién no asuma esta opción por los pobres no tiene lugar en esta diócesis”.
También agradeció su “entrega sacrificada en estas tierras a veces ta llenas de lodo y de piedras, físicas y humanas, sociales y eclesiales, por haber hecho tuyos los dolores y las esperanzas de estos pueblos”.
Recordó que el obispo ordenado hace 51 años en el mismo templo donde fue mediador de los diálogos entre la guerrilla del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el gobierno mexicano, afirmaba que habría de esperar el “juicio final” para conocer si verdaderamente la vida fue de servicio.
“Pero las filas interminables de quienes han querido darte su últio adios en tu féretro en estos dos días, sobre todo de tantos indígenas, mujeres y marginado, nos dan el juicio de los pobres, su empeño por estar cerca de ti por última vez nos demuestran claramente que fuiste luz y sal que trato de darle sabor al mundo”, agregó.
“Sino hubieras venido, seguiríamos esclavizados y ciegos por el mal gobierno; ahora ya no caminamos encorvados, ya no bajamos la cabeza ante los poderosos, gracias Tatik”, expresó en un mensaje uno de los tsotsiles sobrevivientes de la masacre de Acteal ocurrida hace 13 años.
Al concluir los ritos católicos, una comitiva con los familiares, colaboradores cercados del obispo y los jerarcas religiosos, ingresó a la Catedral para depositar el féretro en el sitio donde descansara para siempre.
Los presentes en la plaza estuvieron atentos a esta ceremonia breve al interior de la iglesia que fue trasmitida en pantalla gigante para los presentes en la plaza mientras expresaban canticos y consignas en recuerdo de su guía, derramaban lagrimas y se preparaban para retornar a sus comunidades.

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