lunes, 12 de agosto de 2013

ORDEN DE PROTECCION PARA MILES DE MUJERES CHIAPANECAS
* La violencia intrafamiliar no es problema jurídico sino cultural.
* Los arreglos legales para combatirlos son inútiles; deben propugnarse valores.


POR EL MTRO. MIGUEL ANGEL CARRILLO BARRIOS.        
El 14 de diciembre de 2010, la cámara federal de diputados aprobó la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, misma que sólo en escasos renglones y concretamente en su artículo cuarto fracción primera, privilegia la "igualdad entre la mujer y el hombre".
Quizá se escuche machista la opinión pero siento que las leyes no deben inclinarse hacia al feminismo tendencioso olvidándose del principio universal de la igualdad y fomentar así la solidaridad entre géneros y no el encono entre ambos.
En Chiapas, por ejemplo, en el artículo quinto de su constitución política, hay una notoria y aberrante contradicción ya que en su fracción I, invoca la igualdad entre el hombre y la mujer pero en la fracción II, dice textualmente: "Las mujeres decidan de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos"  En tal sentido, se entiende que la decisión en la procreación es de exclusiva y especial derecho de las mujeres y no de la pareja.
Como si fuera poco, durante los últimos meses del 2013, el alto índice de mujeres asesinadas y golpeadas se ha incrementado, al menos en Chiapas, por lo que se tiene que aceptar que el problema de la violencia intrafamiliar y en específico contra la mujer, no puede eliminarse con leyes, con acuerdos en lo oscurito entre los gobernadores y diputados y convenciones políticas o algo parecido.
El problema debe combatirse impulsando una cultura de equidad de género desde el núcleo familiar, la sana convivencia entre hombres y mujeres en todos los espacios de concurrencia social, en las aulas y reforzado por un gran programa en el que contribuyan, obligatoriamente, los medios masivos de comunicación privados y públicos, por las instituciones como las iglesias, cual sea su denominación; pues así como se enseña a amar a Dios, debe enseñarse a amar al prójimo sin importar su género.
La violencia entre pareja e intrafamiliar no es problema jurídico sino cultural, lamentablemente la poca visión y nula capacidad del ex presidente azul Felipe Calderón Hinojosa, así como los gobernadores, es manifiesta y hasta vergonzosa, pues ante su manifiesta ineptitud, y desde sus cómodos escritorios ordenaron a sus gañanes (legisladores), aprobar leyes como las que nos ocupan; una solución similar como mandar a construir una gran cantidad de panteones para enterrar muertos por una gran pandemia, en vez de combatir la enfermedad.
La citada ley general, que obviamente está por encima de todas las estatales por su respectivo ámbito, explicita al igual que las estatales la famosa medida de "ORDEN DE PROTECCIÓN" a favor de toda mujer, (solamente mujer) que se suponga esté siendo víctima de maltrato físico, psicológico, económica, sexual y todos aquellos que perjudiquen a la mujer. Desde ese preciso momento tanto la afectada, los hijos mayores de 12 años, un familiar o un vecino, podrá solicitar la intervención del ministerio público para que una autoridad pueda liberar la "orden de protección".
La citada orden consiste en la separación inmediata de la mujer del agresor (nunca explica si la agresora es la mujer) con todo e hijos hacia un lugar específico o casas de exilio o bien con un familiar (no dice si es familiar de la agredida o del agresor). Lo triste de esta legislación, que fue hecha con las patas y en un fax track, pareciera que fue orquestada por un grupo de mujeres agredidas en donde se privilegió la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón, es que, desde allí están desprendiendo del ombligo familiar a los hijos y acelerando a pasos agigantados la disolución familiar mediante el proceso de disolución matrimonial.
Pero surgen varias interrogantes como lo son: ¿cuáles son las obligaciones particulares o específicas del hombre y la mujer como pareja?, ahora sí diría y citaría algo de la Epístola de Melchor Ocampo. Socorrerse, ayudarse, comprenderse, consolarse mutuamente; que sería lo más lógico, lo más humano y quizá, hasta la base de la convivencia entre cónyuges y el cimiento de toda una gama de principios que formularían los procedimientos éticos en los que se consolidaría nuestra cultura.
Desafortunadamente, pensar y ajustar leyes a estos criterios tan generales pero a la vez específicos, es como pedirles a los diputados que para ocupar el cargo, todos tengan un par de doctorado en todas las áreas de las ciencias sociales. Las leyes, solamente poseen principios vagos o generales y muchos  ni muchas siquiera ni siquiera satisfacen el verdadero sentir social acorde a la evolución de los tiempos y las necesidades imperantes.
La convivencia conyugal, no está acorde a la que los gobiernos quisieran, según se nota en sus legislaciones, la convivencia en el matrimonio y la familia, está basada en acuerdos y criterios sociales, de allí que se genera el círculo vicioso de la violencia que consiste en el enamoramiento, la entrega, la consumación, la violencia; en la siguiente etapa después de la violencia viene la reconciliación, en la que se piensa que las cosas cambiarán y no es así, pero tanto el agresor como el agredido tiende a acostumbrarse a ese ritmo arguyendo hijos, condiciones, edades y otras cosas.
De allí que insista que si queremos una vida libre de violencia, no sólo para las mujeres sino entre la pareja como seres humanos, debe empezarse a crear una nueva cultura que emane con principios sólidos desde el seno familiar, donde los niños y niñas aprendan esta frase de Melchor Ocampo para su camino al matrimonio: "El uno y el otro se deben y tendrán respeto, deferencia, fidelidad, confianza y ternura, ambos procurarán que lo que el uno se esperaba del otro al unirse con él, no vaya a desmentirse con la unión. Que ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias, porque las injurias entre los casados deshonran al que las vierte, y prueban su falta de tino o de cordura en la elección, ni mucho menos se maltratarán de obra, porque es villano y cobarde abusar de la fuerza".
Pero bueno, qué podemos pedir de un cúmulo de legisladores inútiles y una pandilla de gobernantes buenos para nada, excepto robarse el dinero de las contribuciones del pueblo. A ellos no interesan los problemas de los gobernados, debido a ello vienen leyes tan vagas, tan insostenibles, carente de principios de igualdad, carentes de contenido social real y de todo valor: Leyes que son copias fieles de otras que han fracasado en Europa u otros continentes, donde se apremian unas costumbres.
En lo particular me pregunto, ¿qué estamos haciendo para humanizar al hombre y la mujer como pareja conyugal? Quizá absolutamente nada; casi todas las mujeres con preparación académica y formada para su independencia económica, no se liberan de la violencia intrafamiliar; por el contrario, pareciera que una mujer con poder político y económico, lo único que desea es aplicar el yugo cruel sobre su pareja, provocando con ello, su emancipación conyugal y fortaleciendo la disolución familiar.
Quizá otras reacciones de la mujer poderosa es su sometimiento al círculo vicioso de violencia; invocando el amor, su cultura y principios con los que fue creada o formada, soporta el sometimiento de su agresor, supuesto que es altamente escaso dentro de las estadísticas, pero en su mayoría, posiblemente sean algunas de ellas las que se conviertan en verdugos de su pareja.
En estos apartados, el hombre mexicano, pareciera que las legislaciones mexicanas hecha por hombres y mujeres mexicanas apodad@s legislador@s, hacen creer, ver o aparentar ante la opinión pública universal, que el varón mexicano es el ogro salvaje primitivo y que las mujeres son las víctimas  sin voz ni voto, sin protección en todos los ámbitos, lo que es totalmente falso.        

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