martes, 9 de abril de 2013



EL TEMA POLÍTICA-RELIGIÓN
¿QUÉ DEBEN HACER LOS CRISTIANOS DE HOY?

Los cristianos verdaderos siguen el modelo de Jesús y no intervienen en política. Jesús fue claro cuando afirmó: “Yo no soy parte del mundo”. A sus discípulos les dijo: “Ustedes no son parte del mundo”. Pues bien, ¿Por qué los cristianos no deben mezclarse en política?
1. El poder del hombre es limitado. La Biblia explica que el ser humano no tiene ni la capacidad ni el derecho de gobernarse a sí mismo. En palabras del profeta Jeremías, “no pertenece al hombre que esta andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23)
Tal como el ser humano no fue creado con la capacidad de volar, tampoco fue creado con la capacidad de gobernar con éxito. El historiador David Fromkin reconoce las limitaciones de los gobiernos y declara: “Los gobiernos están compuestos por seres humanos y, dado que pueden equivocarse, sus perspectivas de éxito son inciertas. Tienen poder, pero limitado”. (La cuestión del gobierno). ¡Con razón la Biblia nos aconseja que no depositemos nuestra confianza en el ser humano!
2. Los espíritus malvados trabajan en las sombras. Cuando Satanás le ofreció todos los gobiernos del mundo a Jesús, este no negó que él pudiera hacerle semejante oferta. De hecho, en otra ocasión, Jesús identificó al Diablo como “el gobernante del mundo”. Y años después, el apóstol Pablo lo llamó “el dios de este sistema de cosas”. En una carta a sus hermanos cristianos, Pablo escribió: “Tenemos una lucha contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales”. Así pues, los verdaderos gobernantes del mundo son en realidad espíritus malvados que trabajan en las sombras. ¿Cómo debe influir esto en la visión de los cristianos sobre la política? 
Ilustrémoslo con un ejemplo. Los sistemas políticos humanos son como pequeños botes arrastrados por una poderosa corriente: los espíritus malvados. Al igual que los marineros de esos botes no pueden evitar que la corriente se los lleve, los políticos tampoco pueden hacer mucho contra la poderosa influencia de esos malvados espíritus. Este ejército demoníaco está resuelto a corromper sin remedio a los seres humanos y causarles el mayor daño posible. Por tanto, solo alguien mucho más poderoso que Satanás y sus demonios puede cambiar las cosas. ¿Quién? Jehová Dios solamente él que es el Dios verdadero podrá hacerlo.
3. Los cristianos verdaderos solo son partidarios del Reino de Dios. Jesús y sus discípulos sabían que, al debido tiempo, Dios establecería un gobierno en el cielo que regiría sobre toda la tierra: el Reino de Dios. La Biblia dice que Dios nombró Rey de este Reino a Jesucristo. Consciente de que este gobierno actuaría sobre toda la humanidad, Jesús hizo que su ministerio girara alrededor de “las buenas nuevas del reino de Dios”. También enseñó a sus discípulos a pedir en sus oraciones: “Venga tu reino”. ¿Por qué? Porque bajo ese reino, la voluntad de Dios se hará en la Tierra como ya se está haciendo en el Cielo. Entonces, ¿Qué les ocurrirá a los gobiernos humanos? La Biblia explica que los sistemas políticos “de toda la tierra habitada” serán destruidos. Por eso, nadie que crea que el Reino de Dios pondrá fin a los gobiernos humanos va a depositar su confianza en ningún sistema político. Es más, si diera su apoyo a alguno sabiendo que todos están condenados a la destrucción, en realidad estaría poniéndose de parte de los enemigos de Dios.
Ahora bien, dado que los cristianos verdaderos no intervienen en política, ¿significa esto que no les interesa contribuir al bienestar de la comunidad en la que viven? Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo de la Diócesis de esta Ciudad ya lo mencionó que la Iglesia no le compete inmiscuirse en los problemas que se han estado generando a raíz de los problemas agrarios y en el cierre de vías de comunicación llámese carreteras y lo mismo que manifestaciones que generan malestar a terceros ya lo menciono Felipe Arizmendi que se deben tomar otras medidas para buscar las soluciones adecuadas a estos problemas, sin el perjuicio que esto produce a terceras personas.

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