miércoles, 11 de julio de 2012


CAFÉ PARA TODOS

Alberto Carbot


* LAS ENCUESTADORAS MEXICANAS EN ENTREDICHO; PRÁCTICAMENTE TODAS FALLARON SUS MEDICIONES
* NO SE GANARÁ CON CHANTAJES, LO QUE NO SE OBTUVO LEGÍTIMAMENTE EN LAS URNAS


Las encuestas en México son una modalidad relativamente nueva. Las primeras se levantaron hace apenas unos 20 años, es decir, mucho después de que en los años 30 George Gallup, Elmo Roper y Archibal Crossley comenzaron a medir el pulso del electorado de forma sistemática en Estados Unidos.
Tras la elección presidencial de 1988, que ganó Carlos Salinas de Gortari, la revista Este País y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) fueron los pioneros en los sondeos de los votantes.
Sin embargo, fue hasta la década de los 90 cuando aparecieron las primeras empresas propiamente dichas dedicadas a estudiar las preferencias de los electores como el Centro de Estudios de Opinión Pública, Opinión Profesional, MORI de México, Gabinete de Estudios de Opinión, el periódico El Nacional y el Centro de Estudios de Opinión de la Universidad de Guadalajara.
El Grupo Reforma fue la primera compañía editorial que creó un departamento interno de investigación con encuestas en 1995, que actualmente dirige Alejandro Moreno. El Universal seguiría su ejemplo en 2001, bajo la batuta de Carlos Ordoñez.
Se reconoce a Miguel Basáñez, de Este País; Enrique Alduncin, de Alduncin y Asociados, Ulises Beltrán, de BGC Ulises Beltrán y Rafael Jiménez, de la Presidencia de la República, como los primeros en levantar estudios demoscópicos.
Le siguió otra generación de hábiles encuestadores como Carlos Ordoñez e Ignacio Reyna, de El Universal; y Ana Cristina Covarrubias, de Covarrubias y Asociados, Roy Campos, de Consulta Mitofsky, Francisco Abundis, de Parametría; Jorge Buendía, de Buendía y Laredo; Ricardo de la Peña, de GEA-ISA y María de las Heras, de Demotecnia.
Las encuestas llegaron tarde a México, a diferencia de otras naciones inclusive de desarrollo similar al nuestro, debido a que -con un partido dominante donde la pregunta de cada seis años no era qué partido ganaría sino qué candidato sería elegido-, era inútil intentar despejar las dudas sobre el proceso electoral.
Enrique Alducin, aseguró que en sus inicios era difícil publicar encuestas, y todavía en 1988, durante la elección de Salinas y Cárdenas, las pocas empresas de opinión eran objeto de fuertes presiones, para evitar difundir las tendencias electorales, pero tampoco se contaba con las herramientas, y los recursos tecnológicos de hoy.
Las encuestadoras poco a poco sin embargo sentaron sus reales mientras el electorado maduraba, se respetaba la voluntad popular, el sistema democrático se instauraba y crecía la necesidad de dar certidumbre a los procesos.
De pronto en 1994 surgió todo un "boom" de encuestas sobre preferencias políticas, patrocinadas por partidos políticos y medios de comunicación. Sólo entre enero y junio de 2006, hubo 5 empresas que realizaron más de seis encuestas públicas.
Grupo Reforma, El Universal y Milenio publicaron 8 encuestas cada uno y Consulta-Mitofsky y GEA-ISA siete, mientras Parametría y BGC Beltrán y Asociados 5.
Hoy en día sobran las firmas de opinión pública y el prestigio de algunas le ha valido la confianza de los electores que ya no dependen sólo de especulaciones, de su intuición o de su fe en cierto candidato.
Pero -quién lo dijera-, las empresas encuestadoras, que con tanto afán se habían labrado un prestigio en México para dar certidumbre a los comicios en este país, emergieron como las grandes derrotadas en las elecciones presidenciales del pasado 1 de julio al fracasar en sus pronósticos.
"Ahora resulta que las empresas no saben hacer encuestas", afirmó el investigador del Colegio de México, el historiador Lorenzo Meyer.
En días pasados, cuando todavía no se apagaban los fuegos artificiales lanzados para celebrar la victoria de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), analistas y directivos de encuestadores del país admitieron que existe la percepción entre los votantes de que estas entidades "fallaron".
En el marco del foro ¿Qué pasó con las encuestas?, surgió el clamor para que se transparenten las encuestadoras, y se manifestaron en favor de legislar su actividad.
La mayoría de las encuestas daban una victoria de entre 10 y 20 puntos al aspirante del PRI sobre el segundo en las preferencias, López Obrador.
Sin embargo, los resultados oficiales muestran una diferencia de 6.62% de Peña sobre su rival inmediato, que representan más de 3 millones de votos.
Sólo 3 compañías se acercaron más o menos a este resultado dos semanas antes de la elección: Ipsos Bimsa y Berumen y Asociados, que pronosticaron una diferencia de 6 puntos, y el diario Reforma, que previó 4 puntos de diferencia pero a principios de junio.
En suma, prácticamente dos terceras partes de las mediciones preelectorales de las principales empresas dedicadas a medir las preferencias sobreestimaron a Peña en un margen de 3 a 11 puntos porcentuales, según admitió la propia firma Parametría.
Además, a López Obrador las encuestas lo colocaron casi en empate técnico con la candidata del Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota, que a la postre perdió por margen de unos 6 puntos.
Parametría consideró necesario "ser más precisos porque el elector nos toma por predictores" pero se negó a admitir que las encuestadoras hayan cometido errores.
"Sin duda tenemos que hacer una revisión de números y metodologías de las mediciones preelectorales y ver porqué la mayor parte de ellas sobrestimaron al PRI. Y al hacer esa revisión también tenemos que registrar el interés de cada medio para publicar y cómo fue su nota editorial", agregó.
HACEN DIAGNÓSTICOS Y NO PRONÓSTICOS
Parametría se justificó al señalar que estas firmas hacen "diagnósticos, no pronósticos" pero admitió que el papel de "pitonisos" es el que "se nos quiere dar en los medios de comunicación, no el que escogimos".
También se queja de que algunos medios de prensa hicieron de los sondeos una especie de circo y puso como ejemplo a la firma GEA-ISA que difundía diariamente sus predicciones a través del diario Milenio.
El error que cometió en sus vaticinios obligó al columnista de este grupo mediático que incluye un canal de televisión de paga, Ciro Gómez Leyva, a ofrecer disculpas a sus lectores.
"Editorialmente, no hay justificación que valga", afirmó y señaló que "como empresa periodística fallamos en lo más valioso: la precisión informativa".
Las encuestadoras explicaron entre otras cosas, que hubo una "corrida" de votos de último momento a favor de López Obrador o que se sobreestimó la participación, pues 86 por ciento de los entrevistados aseguraban que sufragarían y sólo lo hizo el 63 o que el grueso de indecisos se volcó sobre el ganador, cuando usualmente optan por abstenerse. También argumentaron que la mayoría de los indecisos optó por López Obrador, cuando es sabido que el grueso de los indecisos suelen abstenerse.
Ricardo de la Peña, director de GEA-ISA, desmintió que las encuestadoras intentaran influir en los resultados para beneficiar al triunfador.
"En cualquier caso, si la presencia en medios del candidato priista pudo tener un efecto y si la divulgación de encuestas durante el proceso pudo impactar la participación, la evidencia parecería sugerir que habría inhibido en todo caso el sufragio a su favor", indicó.
Por lo pronto, el ex gobernador de Michoacán Leonel Godoy anunció que impulsa una iniciativa de ley para regular las encuestas. Los encuestadores por supuesto no se han quedado callados y se defienden, pues saben que su prestigio está bajo cuestionamiento.
En general, las empresas argumentan que los electores cambiaron de decisión, falló la metodología o se violaron los códigos de ética. Las encuestas más alejadas de los resultados electorales fueron Milenio/GEA-ISA, Grupo Fórmula/Con Estadística y El Universal/Buendía.
Ricardo de la Peña descarta la hipótesis de que entre el final de la campaña y el día de los comicios se hubiera dado un vuelco en las decisiones de los electores.
"Veo muy poco lógico pensar que se haya dado un giro en los últimos días; varias encuestadoras venimos diciendo que casi nada cambia semana con semana; entonces, si venía muy estable no veo por qué haya dejado de estarlo", expuso.
"Hay tal vez un problema de detección de los votantes reales respecto al conjunto de ciudadanos que entrevistamos", según De la Peña, quien es el responsable de esta encuesta GEA-ISA, que resultó la más alejada de los resultados electorales.
Francisco Abundis, de Parametría, explicó que el sábado anterior a la elección, la diferencia entre la primera y segunda fuerza electoral era de 10 puntos, y ya no de 15 como decía la última medición preelectoral, pero la información no se difundió debido a la veda de encuestas que prevé la ley en los 3 días previos a los comicios.
Jorge Buendía dijo que parte de las diferencias entre las mediciones previas y los resultados electorales puede estar relacionada con los electores que toman su decisión en el último momento.
"A una semana de la elección, 19 por ciento de los votantes tenía dudas de por quién votar", expuso.
Roy Campos, director general de Consulta Mitofsky, rechazó que sus mediciones preelectorales sean un pronóstico e indicó que "las encuestas midieron bien cómo estaban las preferencias pero no pudieron adelantar los cambios finales el día de la elección".
Es decir, la cantaleta de siempre de que se trata de una radiografía del día en que los votantes potenciales son interrogados.
Campos dijo que la pregunta es si se debe cambiar metodologías incluso a riesgo de violar criterios científicos que en todos lados se usan". Eso sí, falta la autocrítica y ninguna empresa encuestadora quiere hacer su "mea culpa".
Sólo Adrián Villegas, director de estudios políticos y de gobierno de Ipsos-Bimsa, admitió que pudo haber fallas en el diseño y aplicación del cuestionario, el periodo de levantamiento de la encuesta, así como el diseño muestral.
Y como los resultados de las encuestas difirieron de la realidad política al momento de darse a conocer oficialmente los resultados electorales, seguramente algo tendrán que hacer las empresas, porque su credibilidad está en entredicho.
GRANOS DE CAFÉ
Los mitos no forman parte de los sistemas democráticos y por ello nadie ganará con chantajes lo que no pudo conseguir en las urnas, ya que la vía electoral es la que elegimos los mexicanos. Por tanto, Andrés Manuel López Obrador, el candidato perdedor no puede arrogarse el derecho a polarizar a la sociedad.
Tanto el rector de la UNAM, José Narro Robles, como el presidente del IFE, Leonardo Valdés Zurita y José Alejandro Luna Ramos, titular del TRIFE, confirmaron la legitimidad del pasado proceso electoral.
Para Narro Robles, la auditoría que la máxima casa de estudios realizó al PREP, probó su inviolabilidad y por tanto dio certeza a los resultados electorales.
Valdés Zurita señaló que con las impugnaciones se había creado un mito, para alterar los sistemas democráticos, y Luna Ramos, garantizó a los mexicanos que no aceptaría presiones de nadie cuando el TRIFE, organismo a su cargo, diese su veredicto sobre la elección presidencial. Quien no ganó en las urnas no puede exigir la anulación o invalidación del las elecciones, mediante el chantaje o la supina descalificación del proceso.
…Sus comentarios envíelos vía internet a la dirección gentesur@hotmail.com

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