lunes, 30 de abril de 2012




Mirada acusadora, firme y recia de los niños en su día




Augusto Solórzano López/ASICh
Como me dicen que la fecha no es tan importante, como el significado; propongo poner un niño en cada corazón de los que ya no lo somos, para que sean ellos los más severos vigilantes de nuestros actos, pero sobre todo de los actos del Presidente, el gobernador, los diputados, senadores, alcaldes y todos quienes tengamos que ver con el manejo de la vida del pueblo que nos vio nacer.
Cualquiera puede trastocar y violar las leyes, pasar por encima de los demás y fabricar mentiras al por mayor, pero, no cualquiera –aunque- sea el más soberbio, abusivo, ocurrente, prepotente y saqueador de su patria puede mirar a los ojos de un niño y no bajar la mirada.
Más que órganos de fiscalización, contralorías, cárceles, leyes y reglamentos y PGR’s y Policía Federal para los respectivos castigos a esa hervidero de corruptos, lo que necesitamos es conciencia para enfrentar corazón adentro el juicio del futuro de México: Los niños.
Los gobiernos y gobernantes de municipios, estados y naciones desde hace 53 años en 1959 han reafirmado "los derechos universales del niño" y no solo eso; "que (el Día del Niño) se consagraría a la fraternidad, desarrollo y bienestar de los niños del mundo".
Esta firmado el papel por la Asamblea General de las Naciones Unidas y otras leyes locales y nacionales, pero, es lo que menos respetan los creadores de esos reglamentos que solo llenan de letras hojas y hojas que luego van a parar en las gavetas de los archiveros.
Baste preguntar cómo los funcionarios, gobiernos y políticos aseguran "los derechos de las niñas y los niños", cuál desarrollo y cuál bienestar de los niños del mundo empezando con los nuestros, los mexicanos, los de aquí mismo a nuestro lado".
En México celebramos el Día del Niño el 30 de abril bajo estruendosa alegoría que reducimos a un juguete, una piñata o a una prenda de vestir en manifestación mayoritaria y en menor cuantía la entrega de generoso amor que todas y todos merecen.
No podrá haber una connotación firme, orgullosa y fuerte a favor de la niñez mexicana y de todos y cada uno de los estados de la república, si disfrazamos la realidad y nuestra responsabilidad con dulces y payasadas que –seguro estamos- los niños no creen.
Si quienes tienen en sus manos la obligación de hacerlo, no multiplican el empleo y diversifican la economía para que nos llegue a todos y no se quede toda la riqueza atesorada en los bolsillos de 15 compatriotas, diría, Carlos Salinas.
O se pegue en las alforjas del Presidente, el gobernador, el Alcalde o funcionarios y burócratas como lo han venido haciendo durante tanto tiempo sin distingo de filiaciones, creencias o colores de partidos políticos.
Cuando todo eso y muchos más NO ocurra, habrá transparencia y regresarán los valores de la probidad; habrá verdadera educación y verdadera salud y se habrá de proscribir la inmoralidad, la mentira y la simulación de que todo está bien…MAL.
Inmediatamente como lleguen esos tiempos en esa medida seguramente podremos celebrar con júbilo el Día del Niño, porque por ahora todo lo que hacen y hacemos es empequeñecer la grandeza ilimitada de las niñas y los niños del mundo.

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