viernes, 6 de enero de 2012



Juguetes artesanales,
olvidados en día de Reyes Magos

ALBERTO HERNÁNDEZ
Hace ya más 50 años, cuando don Mario Jacinto Hernández López era apenas un niño, jugaba al trompo, al yoyo y los carritos de madera que su padre elaboraba; hoy es una tradición que está a punto de morir en nuestra ciudad, estado y país por la falta de apoyo al trabajo artesanal, el poco conocimiento de las nuevas generaciones -que piden y compran juguetes más sofisticados- y una creciente invasión de artículos chinos de mala calidad.
Originario del Barrio de Guadalupe y habitante de una pequeña vivienda del barrio El Cerrillo, en San Cristóbal de Las Casas, el artesano platica que desde hace más de 45 años se ha dedicado a esta noble actividad que por la introducción de juguetes de otros materiales provenientes de diversos países, se encuentra en riesgo de desaparecer.
“Toda la vida me he dedicado a la venta de juguetes artesanales elaborados con madera, contando con el apoyo de mi esposa y mis dos hijos; de esta actividad sacamos el pan y el sustento de cada día, pero una de las principales causas por las que ya casi no quedamos personas dedicadas a esto es que la gente prefiere los juguetes de plástico porque son más baratos, aunque de muy mala calidad”, señala.
En entrevista, cuenta que el oficio lo aprendió de su padre: “mi difunto papá, Guadalupe Hernández Montoya, me enseñó a trabajar desde niño, época en que empecé a elaborar carros más pequeños para después hacerlos de otras medidas y así fui aprendiendo a realizar todos los juguetes en madera, aunque antes se hacían de tejamanil, pero como ya no se trabaja ese material, porque las personas que sacaban el tejamanil fallecieron, nos las ingeniamos para elaborarlos con tablas”.
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“En esta época del año las ventas siguen bajas, casi no se elevan con motivo del Día de Reyes, Navidad, el Día del Niño ni alguna otra fecha especial marcada por el calendario, que no lo es para nosotros”, menciona.
Mario y su esposa fabrican carros de diversos tamaños, carretones, palomas, pericos, hasta los llamados “trepatemicos” (monos que se elevan y dan vueltas al sujetar los dos palos del material que los sostienen), pero son juguetes cuya tradición, junto a la de los baleros, yoyos, trompos, papalotes y hasta las canicas, se han ido perdiendo porque “ya no hay ventas o son muy escasas en comparación a otros años”.
“Cada año se venden unas 50 piezas o un poco más de cada tipo de juguete; los únicos que sí son un poco más pedidos son los carros chicos, porque son más económicos, pero no se le da el valor que realmente tiene nuestro trabajo artesanal, por lo que las ventas bajan considerablemente”, reconoció.
El artesano afirma que la tradición de los juguetes mexicanos fabricados en Chiapas y particularmente en San Cristóbal de Las Casas se está perdiendo porque actualmente se venden muchos juguetes de plástico, la mayoría de origen chino y de muy mala calidad, además de la falta de promoción hacia estos productos por parte de los padres de familia y el desinterés de las autoridades de gobierno.
“ Los juguetes mexicanos comienzan a extinguirse debido que los padres de familia no los promueven; están en riesgo de perderse porque hay mucho juguete muy barato, que viene principalmente de países orientales; el juguete de madera casi no se vende y me atrevo a decir que muchos niños no los saben ni jugar, no los conocen, no tienen acceso a ellos, los padres de familia ya no los compran para sus hijos, prefieren comprar muñecos, videojuegos u otro tipo de juguetes que nada tienen que ver con los juguetes tradicionales, con los que crecimos en la época de mi infancia, cuando nuestros padres nos los compraban y formaban parte de nuestra cultura, lo que siguen siendo pero es algo que ya no tenemos arraigado, hay niños que no saben ni bailar un trompo”, lamenta.
Mario Jacinto Hernández platica que en años anteriores, han llevado sus productos a diversos lugares de Chiapas, entre ellos Tapachula, Reforma y Tuxtla Gutiérrez, además de la ciudad de México, y que son los únicos que se mantienen elaborando estos juguetes en San Cristóbal de Las Casas.
“Nosotros hacemos los carritos y palomas, y hay otros que aún elaboran los trompos, yoyos y baleros; los vendemos por mayoreo en los mercados y luego ellos los venden a otros precios, pero somos nosotros quienes los hacemos por docenas, los pocos jugueteros que quedamos en la ciudad, y hay carritos que se venden hasta en 15 ó 20 pesos la pieza a pesar de todo el trabajo que nos implica”, destaca.
Laura Margarita López Morales, esposa de Mario y quien lo ha ayudado por más de 30 años en la elaboración de los “carritos coletos”, asegura que una de las causas que ha posibilitado la extinción de sus productos es la falta de apoyo de las autoridades y la carencia de exposiciones del juguete que dejaron de realizarse.
“Anteriormente había muchas exposiciones y ferias de juguetes artesanales y nos ayudaba mucho para vender el producto y darlos a conocer; se daban cuenta que un juguete de madera es mucho más resistente que uno de plástico, pero ya no se han llevado a cabo y eso nos perjudica, a veces no hay donde venderlos”, sostiene.
“Hago un llamado a los padres de familia a que inculquen a sus hijos el amor por estos juguetes, que no se termine la tradición y ojalá en este Día de Reyes nos compren muchos juguetes y nos apoyen”, concluye.


Reportaje

Mario Jacinto Hernández López era apenas un niño, jugaba al trompo, al yoyo y los carritos de madera que su padre elaboraba; hoy es una tradición que está a punto de morir en nuestra ciudad, estado y país por la falta de apoyo al trabajo artesanal45 años se ha dedicado a esta noble actividad que por la introducción de juguetes de otros materiales provenientes de diversos países, se encuentra en riesgo de desaparecer.
“Toda la vida me he dedicado a la venta de juguetes artesanales elaborados con madera, contando con el apoyo de mi esposa y mis dos hijos; de esta actividad sacamos el pan y el sustento de cada día

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