jueves, 5 de enero de 2012


Afirma obispo Felipe Arizmendi Se atiza la violencia verbal en las contiendas electorales
· Se trasluce una lucha feroz y despiadada al interior de los partidos, para ser nominados o para escalar nuevos puestos.



Janet Hernández Cruz
Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de la Diócesis de san Cristóbal, dio a conocer en su mensaje semanal que al iniciar el año nuevo existen muchos signos esperanzadores; sin embargo, es preocupante la violencia de los secuestros, la inhumanidad de los narcotraficantes, la injusticia de las extorsiones, la inseguridad en calles, comercios y hogares, la insuficiencia del salario, la falta de recursos para atender la salud, etc.“Muchos experimentan una soledad existencial, por la falta de amor en su familia, que les orilla al alcohol y las drogas, al suicidio, a ser vagabundos, pandilleros y malvivientes. Nos avergüenza el maltrato a los hermanos migrantes; nos duele la indefensión de muchos presos, el abandono de los ancianos, el menosprecio de la mujer, la irresponsabilidad ante los hijos concebidos; nos desasosiega la pobreza de millones, la falta de trabajo y de oportunidades para una vida digna”, expone. El obispo indica que se atiza la violencia verbal en las contiendas electorales; ya que se trasluce una lucha feroz y despiadada al interior de los partidos, para ser nominados o para escalar nuevos puestos, ”se nos atiborra de publicidad, para tratar de convencernos de quién es la mejor opción, el pobre pueblo sólo ve cómo se gastan millones y millones de sus impuestos en esta competencia de ofertas, que al rato se olvidan y se convierten en basura”. Pero también menciona que no debemos ver sólo la paja en el ojo ajeno, sino también advertir la viga que llevamos en el nuestro, por ello dice que como Iglesia, no han renovado la pastoral evangelizadora como los tiempos actuales exigen; ya que están repitiendo lo que siempre han hecho, sin una actitud más misionera e incisiva. “No somos tan santos como nuestra vocación nos urge. Mucha gente se aleja de la Iglesia, cambia de religión, o incluso pierde la fe, quizá porque no encuentra en nosotros motivos creíbles; no le damos un testimonio claro de amor y de servicio; nos contagiamos de mundo”, asevera.Arizmendi Esquivel, propone que es necesario construir esperanza por medio de familias que viven una fe cristiana madura, en fidelidad, en paz y en armonía; que educan en valores profundos a sus hijos, para que sean laboriosos y solidarios.“Formemos grupos de jóvenes que no se dejen arrastrar por la droga y la vagancia, sino que, con la palabra de Dios, sean disciplinados, respeten a los demás, colaboren en su hogar, ayuden a los pobres, protejan el medio ambiente y sirvan a la comunidad”, concluye el obispo de esta ciudad.

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