jueves, 21 de julio de 2011


Usemos la razón y el juicio, para discernir qué hay de verdad y de bien en las tradiciones: FAE


Janet Hernández Cruz
El presidente municipal de una población indígena me dijo que todos sus habitantes, como condición para vivir en el municipio, deberían hablar el idioma nativo, vestir la ropa tradicional, participar en todos los ritos y celebraciones, practicar las costumbres de los mayores, asumir los cargos comunitarios obligatorios, si alguien no lo aceptara, sería expulsado, pues allí no valen la Biblia ni la Constitución, sino las tradiciones, que son la norma última de vida, así inicia su mensaje semanal el obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel
Así también explica que quieren ser totalmente distintos a todos, lo cual les genera dividendos políticos y muy buenos ingresos económicos, por el turismo, que busca algo no visto en otras partes, y por el consumo de velas, incienso, alcohol y otros implementos que exige la costumbre.
Explica que en las poblaciones urbanas mestizas, la fuerza de la costumbre es semejante, "Cuando pregunto la historia y el sentido de celebraciones, ritos, fiestas, horarios, normas y símbolos, la única y repetida respuesta es: Así es la costumbre y ay de aquél que la quiera cambiar, no valen razones, ni de la ciencia ni de la fe".
Por ello monseñor Felipe menciona que es necesario que seamos personas sedientas de verdad; preguntemos el porqué de las costumbres; usemos la razón y el juicio, para discernir qué hay de verdad y de bien en las tradiciones, y qué es contrario a la razón y a la fe. "No nos escudemos en que eso es lo que siempre se ha hecho, deben tener una razón, una justificación, una finalidad, un sentido; de lo contrario, pueden degenerar en esclavitud, ignorancia, atraso, manipulación con fines ideológicos, políticos, económicos o religiosos".
Finalmente Arizmendi Esquivel, expone que las costumbres y tradiciones que estén conformes con Cristo, son verdaderas y buenas; las que sean contrarias, hay que desecharlas, para ello se debe actuar con prudencia, respeto y con suficiente información, para no condenar como negativo algo que quizá no conocemos bien, pero también con audacia y constancia, "nuestra fe no son costumbres sin fundamento, sino relación personal con Jesucristo, que nos transforma, una costumbre que no lleva a un cambio de vida, a la justicia y al amor fraterno, carece de valor y hay que relativizarla o dejarla", concluye.

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