miércoles, 25 de mayo de 2011

Punto de Vista
Mario Tassías


Si eliminar la visa para migrantes, soluciona el flujo de indocumentados y con ello se resuelve el negocio de la trata de personas, se están demorando para poner en práctica esta idea. Diría aquél, mora es la dilación injusta de una obligación.
El delito de trata de personas se tipifica en quien promueve, solicite, ofrezca, facilite, consiga, traslade, entregue o reciba, para él o para un tercero, a una persona, por medio de la violencia física o moral, engaño o el abuso de poder para someterla a explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, servidumbre, o a la extirpación de un órgano, tejido o sus componentes.
El negocio suma cantidades millonarias de dinero, aunque habrá quien diga que muchos de los que llegan a México, pagan el traslado en especie, o forman parte de bandas internacionales que se filtran para cometer cualquier tipo de delitos.
La visa es aquella diligencia puesta en un pasaporte. Un permiso para entrar a otra nación, aunque a 16 mil indocumentados que llegaron a México de enero a marzo de 2011, como reporta el Instituto Nacional de Migración, el vocablo visa es una palabra más.
Según informes del Servicio de Inmigración de los Estados Unidos, ellos y ellas proceden de los cinco continentes. Algunos con traslados desde Dubai, Emiratos Árabes, Moscú, Cuba, Colombia, y provisionalmente en México. Otros, como los chinos con gastos en miles de dólares para llegar a México, vuelan desde Ecuador al DF, después son trasladados por tierra hasta a Tijuana. Unos más, como los hindúes, exentos de visa para entrar en Guatemala, entran por Talismán o Ciudad Cuauhtémoc. Hay quienes como los nigerianos que se trasladan a Italia y España. De ahí viajan en barco a Cuba, Colombia, Ecuador y/o Argentina, de ahí a México, o los etíopes que llegan con pasaportes falsos hasta Brasil, donde no se pide visado a los sudafricanos, van a Colombia y luego a México, para dar el salto.
Al lanzar la propuesta, el gobernador Juan Sabines Guerrero expresó: "Es el problema de fondo que es la Visa, que separa dos naciones, dos naciones que son iguales, que son idénticas en pobreza en una frontera plurinacional, en una frontera con varios países, porque aquí llega el flujo migratorio, no podemos quitar la Visa para dejar las puertas abiertas, sencillamente sustituirla por un documento que el propio país emita".
En detalle, esta acción "implicaría que cada país centroamericano se haga responsable de los migrantes que expulsa, ya que en la actualidad ellos no llevan documento alguno que los acredite como ciudadanos de algún país; la propuesta del ejecutivo estatal contempla que a la par de su eliminación se tomen los datos biométricos de cada persona que ingrese por la frontera sur".
La nueva Ley de Migración promulgada por el Presidente Calderón, el martes 24 de mayo de 2011, en un evento que se realizó en la Residencia Oficial de Los Pinos, y considerada por el propio presidente como "probablemente una de las legislaciones más avanzadas del mundo en materia migratoria", privilegia el respeto y la protección de los derechos humanos, independientemente de la condición migratoria. La iniciativa tomó en cuenta las diversas propuestas de la sociedad civil y de académicos expertos en el fenómeno.
La división de competencias no será ya, como antes era, un pretexto para no atender los delitos ofensivos y graves contra quienes migran. La nueva ley compromete a los tres ámbitos de gobierno, además contempla la formalización de un Centro de Evaluación y Control de Confianza en el que se valuará a todos los integrantes del Instituto Nacional de Migración. Un talón de Aquiles, denunciados como corruptos, principales extorsionadores de migrantes.
El tema es de todos los días, así que no pasará mucho tiempo, para corroborar lo escrito en una ley que, debe abogar por los humanos libres e iguales en dignidad y derechos, pero también le compromete a vigilar por el comportamiento fraternal sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición.

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