viernes, 27 de mayo de 2011

CUENTOS
ESTIGMAS DEL EMBROLLO


Gilberto Méndez Espinoza


Acecho

Una noche de plenilunio un búho acechaba en lo alto de un árbol, con los ojos bien abiertos. El ratón miro desde la boca de aquel tronco hueco, donde permanecía oculto del depredador. Al poco tiempo el ratón parpadeo de sueño y de inmediato sacudió la cabeza para mantenerse despierto. No tardo en parpadear de nuevo, ni en cerrar completamente los ojos. El paciente búho desplego las alas, dio un aletazo y se lanzo hacia su presa. En el último instante el roedor reacciono ante el peligro y se metió corriendo al túnel del tronco del diámetro cada vez más angosto y salió pronto en el otro extremo donde solo podía caber un ser diminuto como él. El obstinado búho pego sus alas a su cuerpo y lo siguió. Quiso salir en el mismo lado, pero apenas logro sacar la cabeza y quedo atorado. Fueron vanos todos sus esfuerzos por zafarse. Un coyote hambriento de pelaje gris que había seguido sus movimientos desde que lo vio posarse en lo alto de aquel árbol, salió de su cueva, se le acerco cauteloso y lo devoro. El ratón partió del lugar, no sin antes quiñarle el ojo a su amigo el coyote.

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