miércoles, 6 de abril de 2011


Punto de Vista
Mario Tassías

México ocupa el penúltimo lugar en efectividad del sistema judicial. Por un pelito de gato y le pegamos a la cola de la cola. En contrario, tiene la segunda posición latinoamericana en el área de gobierno abierto. En pocas palabras, los mexicanos tienen mejor acceso a la información oficial incluidos documentos legislativos y contratos gubernamentales que los austriacos o los españoles, y ¿eso para qué sirve, preguntará?.
Las deficiencias en los sistemas de investigación criminal y procesos judiciales; la discriminación prevalente en contra de grupos vulnerables; y la corrupción de los cuerpos policiales, hacen que México esté en el lugar 34 de 35 enlistados según el Índice de Estado de Derecho, The World Justice Project. Documento publicado en www.consulta.com.mx . Engañar al pueblo de que vamos bien, es querer tapar el sol con el meñique.
Las encuestas si se aplican con responsabilidad, sirven para ratificar el camino o enderezar la nave. Es falto de ética saber que las cosas no van según lo planeado y se aplaude por ello. Peor aún, festinar que ya falta poco para la excelencia, cuando la realidad es desastrosamente contraria.
De acuerdo con una encuesta realizada por el World Justice Project a 1,000 personas en el Distrito Federal, Guadalajara y Monterrey en el 2009, solo 7% de los casos de robo a casa habitación terminaron en el encarcelamiento del autor del ilícito, un numero bastante bajo si se le compara con el 12% promediado por el resto de los países.
El índice de Estado de Derecho realizado por World Justice Project se compone de 10 factores y 49 subfactores, organizado bajo el conjunto de cuatro principios, que constituyen la definición WJP del imperio de la ley:
" El gobierno, sus funcionarios y agentes son responsables ante la ley;
" Las leyes son claras, publicidad, estable y justo, y protegen los derechos fundamentales, incluida la seguridad de personas y bienes;
" El proceso por el cual las leyes se promulgan, administra y ejecuta es accesible, equitativa y eficaz;
" El acceso a la justicia es competente, independiente, ético y jueces, abogados o representantes, y funcionarios judiciales están en número suficiente, se dispone de recursos suficientes, y reflejan la composición de las comunidades que sirven.
Los puntajes del índice son el producto de encuestas realizadas a la población general y cuestionarios dirigidos a expertos legales en cada país. Hasta la fecha, más de 35,000 personas y cerca de 900 expertos han colaborado con este proyecto.
De acuerdo con el estudio, que evalúa 37 distintas dimensiones del estado de derecho, México se colocó último entre siete países latinoamericanos en términos de acceso al sistema de justicia civil (de resolución de disputas). A pesar del buen desempeño al garantizar medios accesibles de asistencia legal, las personas en México que acuden a las cortes enfrentan procesos más largos que en otros países latinoamericanos. El país quedó en el sitio 24 en derechos fundamentales, el puesto 32 en lo relacionado con corrupción y 30 en acceso a la justicia civil
En la entrega anterior, me referí al libro de Richard A. Posner, "How Judges Think" (Harvard University Press, Cambridge, 2010) que argumenta el camino que abordan los jueces en los Estados Unidos, rumbo a la impartición de justicia. Posner refiere que muchos juicios se basan en la economía conductual, fenómenos de elección racional, basado en el teorema de Pitágoras. Los términos "textualismo", "originalismo" o "legalismo" llevan a leer los hechos, los precedentes, el texto de los estatutos, la historia legislativa y entonces deciden el caso. Es la cuestión de una nación de leyes y no de humanos.
La responsabilidad no solo recae en los jueces, sino en todo el aparato judicial que gobierna el país. Quizás ese sea el problema que afecta al desempeño de México, en la aplicación de justicia. Pitágoras de Samos (582 AC-497 AC) Filósofo y matemático griego exclamaba: ¡Oh legislador! No me des leyes para los pueblos, sino pueblos para las leyes. Con toda seguridad, por la contradicción de esta máxima, está la respuesta.

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