martes, 1 de febrero de 2011

En su testamento don Samuel Ruiz García manifestó su gratitud a Dios por “el privilegio de haber podido descubrir en los humildes y sencillos

-Amalia Avendaño-
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 31 de enero.- En su testamento, don Samuel Ruiz García, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas manifestó su gratitud a Dios por “el privilegio de haber podido descubrir en los humildes y sencillos: los pobres y los indígenas, la grandeza de sus designios manifestados en aquellos de quienes es el Reino de los cielos” pero también le pide perdón por sus “faltas” a quienes “con mis palabras o acciones, haya ofendido o escandalizado y ruego al mismo misericordioso y omnipotente Señor, cuya justicia es su misericordia, que repare los daños que mis acciones causaron en dichas personas”.
La parte final del testamento fue difundida por el obispo Felipe Arizmendi Esquivel, a petición de la familia de monseñor Ruiz García fallecido el lunes pasado en la Ciudad de México y en el se expresa en la clausula octava que es su última y deliberada voluntad dejar plasmado el siguiente mensaje:
“Al Señor Dios, Trino y Uno, que habiendo creado todas las cosas con peso, número y medida, nos redimió por la Encarnación , Pasión, Muerte y Resurrección de su Hijo Jesús, le doy infinitas gracias por haberme hecho hijo suyo y por haberme llamado como Pastor de su Iglesia, para “edificar y plantar” su Reino de Justicia, de Amor y de Paz, acompañado de numerosos colaboradores y de su Pueblo Santo”.
Agradece a la infinita misericordia divina por permitirle “participar en las 4 Sesiones del Concilio Ecuménico Vaticano II e, impulsado por la brisa renovadora del mismo, caminar a nivel de nuestro Continente y de nuestro País, en la Comisión de Misiones del CELAM, en la Comisión Episcopal de Indígenas en la CEM y como último Obispo de la Diócesis de Chiapas y primer Obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas.
“Muero en la confesión de esta fe, vivida en el seno de la Iglesia Católica , Apostólica y Romana, y en comunión con el Sucesor de Pedro y con mis hermanos Obispos, reconociendo mis limitaciones e infidelidades”, señala en penúltimo párrafo del documento elaborado en su casa de Queretaro donde vivía desde hacia 10 años.
“Con todo el corazón –concluye el Jtatik- pido perdón a Dios de todas mis faltas y también lo pido a todas aquellas personas que, con mis palabras o acciones, haya ofendido o escandalizado y ruego al mismo misericordioso y omnipotente Señor (cuya justicia es su misericordia), que repare los daños que mis acciones causaron en dichas personas”.
En el sepulcro del obispo sepultado el miércoles pasado y situado en el corazón de la Catedral de la Paz , se mantienen las visitas de fieles quienes colocan veladoras, flores y otras ofrendas mientras con tristeza brindan una oración en silencio.

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