viernes, 15 de enero de 2010

Rumando
Enrique Alfaro


* El sentir, el orgullo chiapaneco…


Muchos chiapanecos se manifiestan honrados de contar entre sus amistades o conocidos a personas con las que convivieron en algún momento de la vida diaria en nuestra entidad y ahora ocupan responsabilidades públicas.

Amigos y compañeros de Clara Marina Brugada Molina, actual jefa delegacional de Iztapalapa, recuerdan positivamente su condición de estudiante destacada durante los años en que vivió con su familia en San Cristóbal de Las Casas. Bella e inteligente, son los calificativos que más he escuchado de quienes le trataron y creyeron, incluso, que era de origen chiapaneco, como se llegó a afirmar en algunas columnas políticas locales.

Ciertamente su estancia se recuerda con agrado y produce orgullo para quienes le conocieron ahora desempeña tan importante responsabilidad política en la ciudad de México. Estamos honrados como si fuera chiapaneca, me aseguran.

También se exalta nuestra condición de chiapanecos cuando nos enseñan que del otro lado del país, en Baja California Norte, el copainalteco Milton Castellanos Everardo gobernó durante 1971 a 1977. Su administración se distinguió por la obra pública, la “paz social” y porque no enfrentó ningún problema político.

Cuando el otrora salinista Manuel Camacho Solís estuvo en el pináculo de la política no faltó quién asegurara que era chiapaneco, y que existía una acta de nacimiento registrada en mi pueblo natal: Arriaga. La anterior versión ponderaba que un paisano había llegado tan lejos en la política mexicana. Lo cierto es que su única relación con la entidad es que se casó con una hija del exgobernador Manuel Velasco Suárez, por lo que es tío político del “güero” Manuel Velasco Coello.

En el caso de la familia López Obrador, que radicó en la ciudad de Palenque, el orgullo que sienten muchos tabasqueños por los alcances políticos del “peje” es compartido por numerosos chiapanecos que los sienten como un paisano más.

Actualmente, en Pijijiapan se vive cierta euforia por la posibilidad de que Javier López Zavala, político priísta originario de ese municipio, pueda hacerse de la candidatura al estado de Puebla. El chiapaneco está considerado el “delfin” del actual gobernador Mario Marin Torres, por lo que es considerado un fuerte aspirante a la nominación.

Pijijiapan se ha vuelto un pueblo que mira más a Toluca que a la capital del estado. Para sus habitantes la búsqueda de López Zavala se vive como una novela de pronto desenlace.

Así, el sentir, el orgullo chiapaneco es muy manifiesto cuando se trata de personalidades que han destacado fuera de las fronteras de la entidad. Pero cuando personajes no nacidos en Chiapas tratan de gobernar nuestra tierra la circunstancia cambia radicalmente.

Recuerdo que el líder panista Valdemar Antonio Rojas López durante su campaña a gobernador, en la que competía contra el priísta José Patrocinio González Garrido, difundió un cartel con su imagen y la frase: “Éste si es chiapaneco”, para recordar a los votantes que al hijo de don Salomón González Blanco se le “acusaba” de ser tabasqueño, de haber nacido en el Edén.

También tengo presente la ocasión en que reunidos en torno a una mesa de bar, discutíamos varios periodistas sobre si el “defeño” Emilio Zebadúa González debía de ser considerado chiapaneco —por “derecho de sangre”— y en consecuencia era correcto que ocupara la Secretaría de Gobierno en tiempos en que gobernaba Pablo Salazar.

La mayoría, excepto yo, sostenían firmemente que era incorrecto. Sin embargo, luego de que se me ocurrió preguntar el origen de los comensales reparamos en el hecho de que el único chiapaneco sentado a la mesa era yo. El resto de “nuestros” destacados y admirados periodistas, en esa ocasión, eran de Tabasco, Veracruz y Michoacán.

Creo que es tiempo de revisar nuestro “chauvinismo”, de retirar de la constitución el requisito de ser chiapaneco de nacimiento para ocupar cargos de elección popular o públicos. La condición de chiapaneco no garantiza que quién desempeñe una responsabilidad de gobierno sea honesto, probo, honrado. Por el contrario, conozco a muchos no chiapanecos que aman esta tierra más que los que nacimos aquí.

Es hora de superar el falso localismo exclusivista, irreflexivo y ridículo. Es tiempo de dejar de lado el fervor exagerado que promueve el recelo contra los que no son chiapanecos.

De lo contrario, tendremos que justificar que se les responda a los que simpatizan con la postulación de Javier López Zavala al gobierno de Puebla, como lo hizo “Bruno” en una conocida página de Internet: “Si señor, (López Zavala) es un buen candidato para gobernador… pero de Chiapas que es de donde es… los poblanos tenemos dignidad ¡Viva la soberanía y libertad de Puebla!”.

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