viernes, 14 de octubre de 2011

Punto de Vista
Mario Tassías


Para millones de desposeídos en el mundo, octubre es mes de movilizaciones. Son jornadas, cuando movimientos sociales de todo el mundo van a las calles a protestar contra un sistema sustentado en la opresión de los pueblos, especialmente de las mujeres y de la naturaleza.
La protesta es contra el capitalismo. El acuerdo fue tomado en el marco de la Asamblea de Movimientos Sociales, realizada durante el Foro Social Mundial 2011 en Dakar, Senegal.
Resalta por su significado la fecha del 12 de octubre. La fecha fue elegida porque marca la llegada de Cristóbal Colón en 1492 a las Américas. Es el inicio de la "Edad Moderna", de la ascensión de la "civilización". En América, es el día que marca la resistencia indígena en defensa de los derechos de la naturaleza, donde desde finales de los años 90 se celebra el grito de las y los excluidos de todo el continente.
Las jornadas empezaron el 7 octubre: Día de lucha por el Trabajo Decente y continúan, entre el 8 y 16 Semana de Acción contra la Deuda y las Instituciones Financieras Internacionales; el 12 Jornada de lucha contra el capitalismo, Minga global en defensa de los derechos de la naturaleza, Grito de las y los Excluidos de América Latina; el 15 Día de la Mujer Rural en el aniversario del asesinato de Thomas Sankara, símbolo de la lucha anticolonialista en África, Acciones internacionales por democracia real ya; el 16 Día de lucha por la Soberanía Alimentaria y 17 Día Internacional de Lucha por la Eliminación de la Pobreza.
En solidaridad y lucha, se encontrarán entre otros: ASC - Alianza Social Continental; CADTM Internacional; CADTM Network Africa; Cebrapaz; COMPA - Convergencia de movimientos de los pueblos de América; CUT Central Única de Trabajadores de Brasil; GGJ Grassroots Global Justice; Jubileo Sur Américas; MMM - Marcha Mundial de las Mujeres y Vía Campesina.
La Declaración de la Asamblea de los Movimientos Sociales, realizada en Dakar, afirma sobre el aporte fundamental de África y de sus pueblos en la construcción de la civilización humana.
Los pueblos de todos los continentes, libran luchas para oponerse a la dominación del capital, que se oculta detrás de la promesa de progreso económico y de la aparente estabilidad política. Refrenda su apoyo y solidaridad activa a los pueblos de Túnez y Egipto y del mundo árabe que se levantan hoy para reivindicar una real democracia y construir poder popular. Reafirman su apoyo a los pueblos de Costa de Marfil, de África y de todo el mundo en su lucha por la soberana participativa.
En Dakar celebraron 10 años del primer FSM, realizado en 2001 en Porto Alegre, Brasil. En este periodo se ha construido una historia y un trabajo común que permitió algunos avances, particularmente en América Latina donde frenaron alianzas y concretaron alternativas para un desarrollo socialmente justo y respetuoso de la Madre Tierra.
En 10 años eclosionó una crisis sistémica, expresada en la crisis alimentaria, ambiental, financiera y económica, que resultó en el aumento de las migraciones y desplazamientos forzados, de la explotación, del endeudamiento, y de las desigualdades sociales.
En su momento denunciaron el papel de los bancos, transnacionales, conglomerados mediáticos, instituciones internacionales, que, en búsqueda del lucro, mantienen con diversos rostros su política a través de guerras, ocupaciones militares, supuestas misiones de ayuda humanitaria, creación de bases militares, saqueos de los recursos naturales, la explotación de los pueblos, y manipulación ideológica. Descubrieron la cooptación que estos agentes ejercen a través de financiamientos de sectores sociales de su interés y sus prácticas asistenciales que generan dependencia. Afirman que los pueblos no deben pagar por la crisis sistémica y que no hay salida a la crisis dentro del sistema capitalista.
Las trasnacionales privatizan la vida, los servicios públicos, y los bienes comunes, como el agua, el aire, la tierra, las semillas, y los recursos minerales. Promueven las guerras a través de la contratación de empresas militares privadas y mercenarios, y de la producción de armamentos, reproducen prácticas extractivistas, acaparan tierras y desarrollan alimentos transgénicos que quitan a los pueblos el derecho a la alimentación y eliminan la biodiversidad.
Los manifestantes defienden la soberanía alimentaria y el acuerdo alcanzado en la Cumbre de los Pueblos Contra el Cambio Climático y por los Derechos de la Madre Tierra, realizada en Cochabamba, donde efectivas alternativas a la crisis climática, han sido construidas con movimientos y organizaciones sociales y populares de todo el mundo.
Y las movilizaciones con o sin invitación circulan para estar en el continente africano, durante la COP-17 en Durban, Sudáfrica, y la Río +20, en 2012, para reafirmar los derechos de los pueblos y de la Madre Tierra y frenar el ilegítimo acuerdo de Cancún.
Apuntan que defender la agricultura campesina es una solución real a la crisis alimentaria y climática. Significa acceso a la tierra para la gente que la vive y la trabaja. Por eso el llamado para frenar el acaparamiento de tierras y apoyar las luchas campesinas locales.
Piden luchar contra la violencia hacia la mujer ejercida en los territorios ocupados militarmente, pero también contra la violencia que sufren ellas cuando son criminalizadas por participar en las luchas sociales. La lucha es contra la violencia doméstica y sexual ejercida sobre ellas, al ser consideradas objetos o mercancías, cuando la soberanía sobre sus cuerpos y su espiritualidad no es reconocida. Combaten el tráfico de mujeres, niñas y niños. Defienden la diversidad sexual, el derecho a autodeterminación de género, y contra la homofobia y la violencia sexista.
La lucha es por la paz y contra la guerra, el colonialismo, las ocupaciones y la militarización. Las potencias utilizan las bases militares para fomentar conflictos, controlar y saquear los recursos naturales, y promover iniciativas antidemocráticas como hicieron con el golpe de Estado en Honduras y con la ocupación militar en Haití. Promueven guerras y conflictos como hacen en Afganistán, Irak, la República Democrática del Congo y en varios otros países.
Cada una de estas luchas implica una batalla de ideas, en la que no podremos avanzar sin democratizar la comunicación. Afirmamos que es posible construir una integración de otro tipo, a partir del pueblo y para los pueblos y con la participación fundamental de los jóvenes, las mujeres, campesinos y pueblos originarios.

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