domingo, 23 de octubre de 2011

DIÓCESIS
+Mons. Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar Diócesis de San Cristóbal de Las Casas

Buenas Nuevas
Domingo Mundial de las Misiones


Zacarías 8, 20-23: “Vendrán pueblos numerosos a buscar al Señor en Jerusalén”
Salmo 66: “Que todos los pueblos conozcan tu bondad”
Romanos 10, 9-18: “La fe viene de la predicación y la predicación consiste en anunciar la palabra de Cristo”
San Marcos 16, 15-20: “Prediquen el Evangelio a todas las creaturas”
Reverdecer
Las opiniones se dividen. Para algunos fue un incendio intencional, para otros un descuido o quizás hasta algún accidente. Lo cierto es que el voraz incendio destruyó gran parte de la zona boscosa, ahuyentó toda especie de fauna, las aves perdieron sus nidos y ni siquiera se atrevían a acercarse a la región, se perdieron especies endémicas de flores y plantas… todo un desastre. Han pasado los años, los campesinos han cuidado la zona, ha habido reforestación, un esfuerzo de grandes cuidados, un mucho de paciencia, y la naturaleza ha hecho explotar su energía y se va dando la recuperación. A pesar del tiempo todavía quedan muchos vestigios del incendio, pero va apareciendo nueva vida, han vuelto las aves, han nacido nuevas flores y los árboles, aún tiernos y delgados, se van elevando con orgullo hacia las alturas. “Es que tenían raíces profundas y el fuego no ha logrado quemarlas…”, dice con orgullo uno de los campesinos.
Difíciles escenarios
Alguien ha comparado a un voraz incendio la actual situación que ataca y destruye la vida espiritual y el Evangelio. Hay escenarios que sofocan la Palabra, que le quitan su sentido y como si quisieran reducirla a cenizas. Poco a poco, casi sin sentirlo, nos ha invadido un modo de imaginar la vida sin Dios y sin trascendencia. El comportamiento de muchos cristianos está influenciado por una cultura de la imagen, por una mentalidad hedonista y consumista que nos conduce insensiblemente a la superficialidad y al egoísmo. “La muerte de Dios”, anunciada hace algunos años, ahora para muchos ya no es novedad. Viven como si nunca hubiera existido Dios y, lo más triste, como si no les interesara. Sólo es importante el culto al individuo, a la tecnología y al placer. Dios ha quedado fuera. Es más urgente asumir las costumbres que se van haciendo universales, se van perdiendo los valores humanos y cristianos, y se está dispuesto a vivir conforme a la globalización, en un mundo sin referencias espirituales, obediente sólo a los modelos que nos van imponiendo la mercadotecnia y la comercialización. Los medios de comunicación nos envuelven en su vorágine de noticias y apreciaciones superficiales que convierten los asuntos triviales en cuestiones de suma importancia y que reducen al silencio las cuestiones vitales.
Buenas Nuevas
¿Hay espacio para la Palabra de Dios en estos escenarios? ¿Resuena todavía para nosotros el urgente envío de Jesús que insiste: “vayan por todo el mundo y proclamen Buena Nueva”? Hoy resuena más que nunca y nos desafía a buscar nuevos caminos para hacer audible y propositiva esta Palabra. Hoy, en medio de un mundo deshumanizado y con nuevas esclavitudes, tiene más sentido el mandato de Jesús. La misma misión de Jesús se hace más urgente ante los nuevos desafíos que nos lanza el mundo moderno. Los signos y señales que acompañaron a los primeros discípulos tendrían que acompañar a todo discípulo de Jesús que se atreva a ser fiel a su maestro. En un mundo de tecnología, de imagen y de nuevos sistemas de comunicación, se requiere el discípulo que hable “lenguas nuevas” que redescubran la dignidad de la persona, que se dirijan al corazón y no a los bolsillos, que den nuevo sentido a la palabra amor. Los de ahora son leguajes tecnológicos, pero también en ellos quiere hacerse presente Jesús y descubrir a los hombres su gran mensaje. Así, estos medios, en lugar de cerrarse al Evangelio, se descubren como nuevas y grandes oportunidades para gritar el sueño de Jesús: “Todos los hombres son hermanos, hijos de un mismo Padre”. Es cierto que en medio de la inmensidad de los mensajes de comunicación el Evangelio podría parecer como una vocecilla apenas audible, pero es cierto que esta voz es la más importante y tendremos que tener el atrevimiento de lanzarla a todos los espacios, convencidos de que es la única verdaderamente importante.
La misma misión de Jesús
Cuando Jesús asume su misión se siente “ungido por el Espíritu” y enviado a sanar, a dar vista y a dar libertad. Esa misma misión será la urgencia de todos los hombres y mujeres que permitan a Cristo habitar en su corazón. Dar vida en medio de una cultura de muerte. Los grandes avances de la investigación científica y tecnológica nos hacen olvidarnos con frecuencia de la única y verdadera fuente de la vida que es Dios, y nos atrevemos a manipular a nuestro antojo y beneficio la vida de los otros para provecho de los privilegiados. Jesús fue enviado a sanar, a dar vida y a anunciar el año de gracia sobre todo a los pequeños y a los pobres. La nueva evangelización deberá tener muy en cuenta esta dinámica del Reino que vino a instaurar Jesús y, partiendo de estos objetivos, lanzar a todo el mundo una Buena Nueva que logre entusiasmar a todos los hombres. Pero esta transmisión tiene una dinámica que implica en modo total la fe de los discípulos. No se puede transmitir aquello en lo cual no se cree o lo que no se vive. No se puede transmitir el Evangelio sin saber lo que significa “encontrase” con Jesús y ser transformado por Él, vivir la experiencia del Padre. Al darle a Jesús la oportunidad de entrar en nuestro corazón, asumimos sus criterios y nos sentimos impulsados al anuncio, a la proclamación, a compartir lo que hemos vivido. La boca hablará entonces de lo que tiene el corazón.
Domund
Hoy es el día mundial de las misiones. No lo podemos reducir a una especie de conquista donde todos los pueblos escuchen el Evangelio. Implica mucho más: la transformación de nuestra sociedad al estilo de Jesús, el dinamismo de su misión encarnado en las actividades diarias de todo discípulo, la urgencia de que su mensaje y su misión lleguen al corazón de todos los hombres y mujeres, en especial de quienes sufren y vagan sin sentido. Es necesario que cada cristiano se sienta interpelado por el mandato de Jesús y se deje guiar por el Espíritu para, desde su interior, responder a la llamada. Basta de apariencias, hojarascas que devora el fuego; es necesario tocar el corazón, sembrar raíces que sobrevivan a los desastres y problemas. Lo que pide el mundo es que demos razones de nuestra fe con aquella fuerza humilde que proviene de la unión con Jesús y con aquella determinación de quien tiene en su interior el Espíritu que lo lanza en búsqueda de Dios Padre. Día de las misiones, es un día especial para renovar en cada uno de nosotros, y creer que es posible, el sueño de Jesús: “Padre, que todos sean uno como Tú y yo somos uno”. Hoy es día de llevar a Jesús por todo nuestro mundo con nuestras palabras pero sobre todo con nuestras acciones ¿Cómo lo estamos haciendo? ¿Alguien se ha convertido viendo nuestra vida y nuestra alegría de compartir y de anunciar? ¿Estamos construyendo un mundo más justo, más fraternal y más lleno de esperanza?
Señor y Dios nuestro, llénanos de tu luz y de tu alegría, y haz que caigamos en la cuenta de que estamos llamados a trabajar por la salvación de los demás, para que todos los pueblos de la tierra formen una sola familia y surja una humanidad nueva en Cristo. Amén.

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