viernes, 10 de junio de 2011


La gente ya no es tan pobre como hace algunos años: FAE


Janet Hernández Cruz
Duras críticas le llovieron a un Secretario de Estado, aspirante a la Presidencia de la República, quien afirmó que nuestro país ya no es pobre, sino que tiene una calificación media, ha tratado de justificarse, en base a estándares de instituciones internacionales, pero el sentir común y las estadísticas oficiales nos dicen que hay en nuestro país un alto porcentaje de quienes viven en pobreza, incluso en pobreza extrema, así lo afirma el obispo de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Felipe Arizmendi Esquivel, en su mensaje semanal.
Indica que aquellos que se acercan a los barrios marginados de las ciudades, a los vendedores ambulantes, a los subempleados y desempleados, como quienes están casi a diario con las poblaciones campesinas e indígenas, constatan el dolor y la frustración de miles y millones de mexicanos, así como la irrefrenable migración a las ciudades y a los Estados Unidos, a pesar de las inhumanas restricciones que ese país pone a los migrantes, demuestran las graves carencias que éstos padecen.
"Es cierto que mucha gente ya no es tan pobre como hace algunos años, llevo veinte en Chiapas y, a pesar de carencias inocultables, he visto el avance en carreteras, electrificación, agua entubada, salud, educación, vivienda, etc., muchos campesinos ya no van a sus tierras a pie o en burro, sino en un carrito, en una camioneta, aunque sean de tercera o cuarta mano; albañiles, empleadas domésticas y mujeres artesanas tienen celular, han aumentado en forma notable los vehículos en poblaciones marginadas, las grandes tiendas comerciales se saturan de compradores y más jóvenes acceden a estudios superiores", enfatiza.
Arizmendi Esquivel, indica que durante la exhortación pastoral de los obispos mexicanos señalaron que México es uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza en el mundo y que dicha desigualdad provoca una honda insatisfacción y sensación de injusticia, que es la puerta de entrada de la violencia y por consiguiente, de un clima de inseguridad.
Por ello, explica que la desigualdad, la exclusión social, la pobreza, el desempleo, los bajos salarios, la discriminación, la migración forzada y los niveles inhumanos de vida, exponen a la violencia a muchas personas: por la irritación social que implican; por hacerlas vulnerables ante las propuestas de actividades ilícitas y porque favorecen, en quienes tienen dinero, la corrupción y el abuso de poder.
Así también subraya que debido a esto crece constantemente el número de jóvenes que no estudian ni trabajan, con lo que se incrementa la migración y la economía informal, lo cual provoca que muchos de ellos sean oferta laboral para la demanda de quienes se dedican al narcomenudeo o a la delincuencia organizada. Finalmente monseñor recalca en su escrito, que es necesario no sólo criticar al sistema, sino ver cada quién qué puede hacer por los pobres, para que ellos mismos sean actores de su desarrollo integral, logren un crecimiento pleno y una vida digna.

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