lunes, 14 de febrero de 2011


Punto de Vista
Mario Tassías


Al amor lo
podemos
festejar todos
los días



Para los cristianos, San Valentín está considerado como el patrono de los enamorados, el día de este santo también es estimado como el día de la suerte, sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente en América, como día de los enamorados. La costumbre y la supersticiosa idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio del santo como milagrero. Era conocido como el padre de los pobres, patrón de los hogares y del amor conyugal.
Otra historia cuenta que el emperador Claudio II, en el año 270 de nuestra era, prohibió a los jóvenes casarse y vivir en matrimonio, porque solteros eran mejores soldados, al no tener compromisos para ir a la guerra. La decisión del emperador fue ignorada por el sacerdote Valentín quien casaba en secreto a los enamorados. La "rebeldía" del cura fue descubierta, por lo que se le encarceló y sentenció a ser decapitado el 14 de febrero. La fecha es un buen día para los comerciantes.
Con motivo de esa celebración el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), integró indicadores sobre la situación conyugal de la población, matrimonios y divorcios en el país.
De estos datos resaltan que: En 2009 en el país cuatro de cada siete habitantes de 15 años y más están casados o en unión libre. Que la edad promedio al momento de unirse o casarse en los hombres fue de 26.6 años por 23.8 de las mujeres. Que durante el año 2008, se registraron 589 mil 352 matrimonios en el país. Que en el mismo año se registraron 81 mil 851 divorcios.
Sobresale la información relacionada con los estados del sur sureste, Tabasco, Chiapas, Campeche y Quintana Roo, tienen los menores porcentajes de población soltera. El Distrito Federal, Sonora, Colima, Aguascalientes, Chihuahua, Querétaro y Puebla muestran las proporciones más altas de personas nunca unidas.
Según el INEGI, la entidad que representa la mayor proporción de personas que se encuentran casadas o en unión libre es Chiapas con un porcentaje de 62.9%, mientras que el Distrito Federal figura como el estado con el menor porcentaje de población en esta situación conyugal.
Consulta Mitofsky cuenta que a diferencia de otras fechas cívicas o históricas que como ya hemos visto son poco identificadas (24 de febrero, por poner un ejemplo cercano), el 14 de febrero es ya una fecha posicionada; 93% de los mexicanos la refieren como el día del amor y la amistad o alguno de los dos conceptos.
La forma en que más se acostumbra dar sentido al 14 de febrero define su carácter comercial; dar un regalo es con mucho lo más mencionado por el 65% de personas que dice dará algo a alguien, pareja o amigo; mientras que 63% dice regalará a alguna pareja, el 23% a alguien distinto a su pareja, es decir, regalará pensando en la amistad uno de cada 4 mexicanos. Por cierto, salir a festejar también es común, 1 de cada 3 lo hará con su actual compañera(o) a festejar.
En general, los regalos más socorridos en la intención de los amigos y enamorados son flores, ropa, chocolates, perfumes y muñecos de peluche.
Mientras 2 de cada 3 mexicanos dicen que darán un regalo, encontramos que solamente 44% piensa en recibirlo, es decir, algunos tendrán una agradable sorpresa cuando se los entregue su pareja o sus amistades.
No hay necesidad de tantos datos para darnos cuenta que la celebración tiene más de comercial que de conmemoración hacia el amor de a de veras, dígalo si no la clase de artículos, de todos los precios y para todos los gustos y grados de cursilería para regalar.
La vida llena de momentos, tiene muchos que reflejan el amor, transcribo aquí una excelsitud descrita por Octavio Paz en su libro "La llama doble, Amor y erotismo" (México, Seix Barral, 2009) El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado. Vestido o desnudo, el cuerpo es una presencia: una forma que, por un instante, es todas las formas del mundo. Apenas abrazamos esa forma, dejamos de percibirla como presencia y la asimos como una materia concreta, palpable, que cabe en nuestros brazos y que, no obstante, es ilimitada. Al abrazar a la presencia, dejamos de verla y ella misma deja de ser presencia. Dispersión del cuerpo deseado: vemos sólo unos ojos que nos miran, una garganta iluminada por la luz de una lámpara y pronto vuelta a la noche, el brillo de un muslo, la sombra que desciende del ombligo al sexo. Cada uno de estos fragmentos vive por sí solo pero alude a la totalidad del cuerpo. Ese cuerpo que, de pronto, se ha vuelto infinito. El cuerpo de mi pareja deja de ser una forma y se convierte en una substancia informe e inmensa en la que, al mismo tiempo, me pierdo y me recobro. Nos perdemos como personas y nos recobramos como sensaciones.
El tiempo del amor no es grande ni chico: es la percepción instantánea de todos los tiempos en uno solo, de todas las vidas en un instante". Ese amor lo podemos celebrar todos los días.

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