jueves, 16 de diciembre de 2010


Punto de Vista
Mario Tassías


Los Diez Mandamientos de Moisés, El Código de Hammurabi, una piedra de basalto de 2.25 metros de alto labrada con caracteres cuneiformes acadios, creada 1760 años antes de la era cristiana, y las Leyes de Solón publicadas 500 años antes de Cristo, son los antecedentes, quizás los más antiguos, que historian los Derechos humanos. Conjunto de facultades, prerrogativas, libertades y pretensiones de carácter civil, político, económico, social y cultural, que reconocen al ser humano individual y colectivamente.
Desde entonces se diserta sobre la jerarquización de la sociedad. Ya se clasificaban el robo, la actividad agrícola (o pecuaria), el daño a la propiedad, los derechos de la mujer, los derechos en el matrimonio, los derechos de los menores, los derechos de los esclavos, homicidio, muerte y lesiones y el castigo para quien violaba estos códigos de conducta según el tipo de delincuente y de víctima.
Los derechos humanos han sido tema de sociedades y gobernantes. El estar incluidos en la Constitución, (abarca una cuarta parte del articulado total), no avalan respeto y cumplimiento de las autoridades gubernamentales quienes deberían garantizarlos.
Gozar de los derechos humanos, se ha convertido en una disputa de siglos. Los derechos civiles, los derechos políticos y los derechos económicos, sociales y culturales forman parte de una tarea que no termina y con frecuencia pareciera volver a empezar todos los días.
Defender o proteger los Derechos Humanos debería, contribuir al desarrollo integral de la persona, protegerla contra los abusos de autoridades, servidores públicos y de particulares, crear canales y mecanismos de participación que faciliten tomar parte activa en el manejo de los asuntos públicos y en la adopción de las decisiones comunitarias.
La mayoría de las constituciones de los países occidentales reconocen los derechos humanos bajo las denominaciones "Declaración de Derechos", "Garantías individuales", Derechos del pueblo" o "Derechos individuales". Bajo esa clasificación se incluyen derechos y libertades fundamentales sin distinción de raza, color, idioma, posición social o económica.
Así que el problema no estriba en el discurso o en la denominación gramatical y menos en el análisis teórico, el asunto tiene que ver con la práctica cotidiana. Con la vida común. Es con la praxis, el hábito, la costumbre, la experiencia en donde los derechos humanos pierden la compostura, sobre todo cuando se intenta ejercer la libertad de pensamiento, de religión, de opinión y de expresión de las ideas, de reunión y de asociación pacífica.
No se trata de enumerar los atropellos a los derechos humanos o celebrar el cumplimiento del deber o responsabilidad de los gobernantes. En ese trayecto que inició antes de la era cristiana hay pendientes con el bienestar, la seguridad social y la satisfacción de los derechos elementales, en suma, con el desarrollo que permita una vida digna.-

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