martes, 9 de noviembre de 2010

DIÓCESIS
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Auxiliar Diócesis de San Cristóbal de Las Casas


RELIGION Y POLITICA, POR EL BIEN COMUN




VER
Es común escuchar: “No hablemos de religión ni de política, porque nunca nos entendemos y acabamos peleando”. Muchos sostienen que religión y política no se deben mezclar, sino que cada cual debe seguir su propio camino, como si fueran campos opuestos y excluyentes. Se aducen, con razón, hechos históricos en que estuvieron “casados” Estado e Iglesia, y no hubo buenos resultados, o porque una instancia pretende dominar a la otra, o por aprovechar su unión para imponerse y dominar a la sociedad.
Sin embargo, el pueblo sale beneficiado, antes y ahora, cuando se unen esfuerzos de gobernantes, líderes, legisladores y jerarcas religiosos para defender a los pobres, promover un desarrollo justo, proteger la vida, la familia, los refugiados y migrantes, establecer la paz. Así sucede donde hay armonía y acuerdo para trabajar juntos por un beneficio para toda la población, más allá de partidos o religiones; cuando se superan desconfianzas sistemáticas de unos contra otros, sin perder la libertad profética para denunciar lo que no es justo en cualquier instancia, civil o religiosa.
JUZGAR
En el vuelo del Papa Benedicto XVI hacia Gran Bretaña, cuando los periodistas preguntaron sobre el carácter de “visita de Estado” que el Gobierno le dio, respondió: “Este carácter de visita de Estado pone en el centro de la atención precisamente las coincidencias entre los intereses de la política y de la religión. La política
sustancialmente busca garantizar justicia, y con la justicia la libertad. Pero la justicia es un valor moral, un valor religioso, y así la fe, el anuncio del Evangelio, entra en relación con la política en el punto de la justicia. De aquí nacen los intereses comunes. Gran Bretaña tiene un gran experiencia y una gran actividad en la lucha contra los males de este tiempo, la miseria, la pobreza, las enfermedades, la droga, y todos estas luchas contra la miseria, la pobreza, las esclavitudes del hombre, son también fines de la fe porque son fines de la humanización del hombre para que se restituya la imagen de Dios contra las destrucciones y las devastaciones. El segundo deber común es el compromiso por la paz en el mundo y la capacidad de vivir la paz, la educación en la paz, crear las virtudes que hacen al hombre capaz de paz. Y finalmente, el elemento esencial de la paz es el diálogo de las religiones, la tolerancia, la apertura del hombre al otro” (16-IX-2010).
Y al hablar ante el Parlamento, expresó: “Si los principios éticos que sostienen el proceso democrático no se rigen por nada más sólido que el mero consenso social, entonces este proceso se presenta evidentemente frágil. Aquí reside el verdadero desafío para la democracia. La dimensión ética de la política tiene consecuencias de tal alcance que ningún gobierno puede permitirse ignorar.

El punto central de esta cuestión es el siguiente: ¿Dónde se encuentra la fundamentación ética de las deliberaciones políticas? La tradición católica mantiene que las normas objetivas para una acción justa de gobierno son accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación. En este sentido, el papel de la religión en el debate político no es tanto proporcionar dichas normas, como si no pudieran conocerlas los no creyentes. Menos aún proponer soluciones políticas concretas, algo que está totalmente fuera de la competencia de la religión. Su papel consiste más bien en ayudar a purificar e iluminar la aplicación de la razón al descubrimiento de principios morales objetivos. Estoy convencido de que hay muchas áreas en las que la Iglesia y las autoridades públicas pueden trabajar conjuntamente por el bien de los ciudadanos” (17-IX-2010).

ACTUAR
Hay que pugnar por un Estado laico incluyente y plural, no absolutista, ni demagógico, ni dictatorial. Que podamos dialogar y poner en común esfuerzos y competencias para buscar el bien del pueblo, sobre todo de los más pobres. Que tengamos una sana separación y un justo respeto, sin componendas interesadas de ninguna parte. ¡Distintos, libres e independientes, pero unidos por el bien de la comunidad! ¿Es posible?

No hay comentarios:

Publicar un comentario