jueves, 10 de enero de 2013


DIÓCESIS
+ Felipe Arizmendi Esquivel
Obispo Diócesis de San Cristóbal de Las Casas

DIOS ES GARANTÍA DE HUMANIDAD
SITUACIONES
Es preocupante el número de bautizados que viven como si Dios no existiera. Es doloroso que muchos tengan una idea falseada de Dios; lo ven como enemigo de su propia realización, un obstáculo para su desarrollo humano. Hay padres de familia que presentan a sus hijos a Dios como si fuera un polizonte que sólo vigila, amenaza y castiga.
Inquieta que, en ambientes políticos, culturales y educativos, se siga imponiendo una ideología laicista intolerante y absolutista, que no ataca directamente a Dios, pero en la práctica prescinde de El, como si los dogmas de la fe fueran aberraciones mentales, imaginaciones fruto de la ignorancia, algo totalmente ajeno a la sana razón y contrario al desarrollo científico. Quienes esto afirman no saben lo que es la fe, aunque se declaren creyentes. Fe y ciencia no son excluyentes, sino complementarias. Y como aducen que somos un Estado laico y que la educación debe ser laica, luchan por que todo lo referente a Dios no aparezca en la vida pública, ni en el ejercicio oficial de las autoridades, ni en las escuelas de gobierno. Como si Dios fuera enemigo del ser humano, su criatura amada y preferida.
ILUMINACION
El Papa Benedicto XVI, con la profundidad de pensamiento filosófico y teológico que posee, con su aguda visión sobre la cultura actual, con los dones del Espíritu que se le han concedido para servir en su delicada tarea de pastor universal, con su humanismo que trasciende los estrechos límites de lo inmediato, nos ha dicho: “Hoy, Dios no forma parte de las realidades urgentes. Las cosas de Dios, así decimos y pensamos, pueden esperar. Y, sin embargo, él es la realidad más importante, el Único que, en definitiva, importa realmente… Si la luz de Dios se apaga, se extingue también la dignidad divina del hombre. Entonces, ya no es la imagen de Dios, que debemos honrar en cada uno, en el débil, el extranjero, el pobre. Entonces ya no somos todos hermanos y hermanas, hijos del único Padre que, a partir del Padre, están relacionados mutuamente. Qué géneros de violencia arrogante aparecen entonces, y cómo el hombre desprecia y aplasta al hombre, lo hemos visto en toda su crueldad el siglo pasado. Sólo cuando la luz de Dios brilla sobre el hombre y en el hombre, sólo cuando cada hombre es querido, conocido y amado por Dios, sólo entonces, por miserable que sea su situación, su dignidad es inviolable” (24-XII-2012).
Y a los que piensan que la fe cristiana nos aleja del compromiso por la justicia y la paz, por la construcción de un mundo mejor para todos, dice: “El encuentro con Jesucristo plasma a los que trabajan por la paz, comprometiéndoles en la comunión y la superación de la injusticia. Comprenderán que no están solos, porque él está a favor de los que se comprometen con la verdad, la justicia y el amor. La Iglesia está convencida de la urgencia de un nuevo anuncio de Jesucristo, el primer y principal factor del desarrollo integral de los pueblos, y también de la paz. En efecto, Jesús es nuestra paz, nuestra justicia, nuestra reconciliación” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2013).
“Es precisamente este olvido de Dios lo que engendra la violencia. Sin una apertura a la trascendencia, el hombre cae fácilmente presa del relativismo, resultándole difícil actuar de acuerdo con la justicia y trabajar por la paz” (7-I-2013).
COMPROMISOS
Los creyentes, vivamos con coherencia nuestra fe. Que quienes nos escuchan y ven nuestro estilo de vida, se pregunten por qué somos capaces de amar a los pobres, defender a los débiles, ayudar a los necesitados, auxiliar a los migrantes, visitar a los presos, consolar a los enfermos, animar a los desesperados, no dejarnos seducir por el alcohol, las drogas, el sexo y la corrupción. Comprobarán que es Dios quien nos inspira, nos impulsa, nos exige, nos sostiene. Verán que vale la pena creer en El, pues es quien nos enseña cómo ser personas, cómo ser justos, solidarios, honestos y serviciales.
Incentivemos una evangelización más integral, centrada en el anuncio de Jesucristo, solidario con los que sufren. Nuestra fe es un rico aporte a la humanización de la sociedad. 

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