SE EXTIENDEN MALOS HÁBITOS ALIMENTICIOS ENTRE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA
De acuerdo con los datos derivados del proyecto denominado “Conductas alimentarias en riesgo y estrategias para la prevención de trastornos de la conducta alimentaria en estudiantes de la UAM”, dirigido por el doctor José Alberto Rivera Márquez, investigador de esta universidad, los estudiantes desarrollan un nivel de estrés tan elevado, que puede orillarlos a asumir una conducta alimentaria desbalanceada. La nutrición es el proceso biológico en el que el organismo de cada ser vivo asimila los alimentos y líquidos necesarios para el funcionamiento, crecimiento y mantenimiento de sus funciones vitales. Aunado a esto, la alimentación comprende un conjunto de actos voluntarios y conscientes que van dirigidos a la elección, preparación e ingestión de los alimentos. Una nutrición adecuada es la que cubre los requerimientos de energía de un organismo a través de la metabolización de nutrientes, como carbohidratos, proteínas y grasas contenidos en los alimentos, así como la correcta hidratación o ingesta de agua y el consumo de fibra. Una buena alimentación se refleja en la apariencia y se le asocia con una estructura corporal bien desarrollada, peso armónico de acuerdo con la talla, un estado de alerta idóneo, pelo brillante, apetito, resistencia a la fatiga, tránsito intestinal regular y buen humor.Por el contrario, las conductas alimentarias de riesgo o malos hábitos alimenticios (ayuno, dietas riesgosas, atracones o uso de purgantes y laxantes) tienen cada vez mayor presencia entre las comunidades universitarias del país, y se encuentran estrechamente relacionados con el temor a no ser aceptados por los compañeros de clase, el desarrollo excesivo de estrés causado por obtener buenas notas, el terror que implica subir de peso, entre otros. Rivera Márquez trabajó con 6,500 alumnos de las unidades Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco, entre 2008 y 2009. Entre los resultados obtenidos por los estudios del doctor, contemplados en el mencionado proyecto, se encontró que las conductas alimentarias de riesgo es aproximadamente de cuatro por ciento en mujeres y siete por ciento en varones; una cuarta parte de estos hombres y un 41 por ciento de este grupo de féminas expresó sentirse aterrorizados por tener sobrepeso.Obsesionarse con el ejercicio es común entre quienes ven en la práctica de actividad física una vía para alcanzar un ideal estético de belleza y delgadez determinado, y no como un apoyo para estar saludable. En este sentido, la preocupación por “quemar calorías” cuando se hace ejercicio está presente prácticamente por igual en uno de cada cuatro estudiantes de los dos sexos. Se observó también que más de 64 por ciento de la población estudiada de los dos sexos tiene insatisfacción con su imagen corporal. En comparación con los varones, esta condición prevalece más en mujeres que asocian la delgadez extrema con belleza y éxito.Rivera Márquez sostuvo que las conductas alimentarias de riesgo también están relacionadas con los trastornos de la conducta alimentaria, que se dividen en anorexia, bulimia y trastornos no específicos. Todos ellos pueden significar la pérdida de vida saludable y una muerte temprana en poblaciones jóvenes.Los trastornos de la conducta alimentaria están vinculados con estrés, ansiedad, depresión, abuso físico o sexual, problemas familiares, comparación o burlas provenientes de pares y familiares, baja autoestima e insatisfacción corporal, entre muchos otros factores.
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