EL CONGRESO: UNA INSTITUCION INuTIL.
Buen día amables lectoras y lectores. Hoy vamos a atrevernos a conocer la parte oscura del Congreso del Estado (diputados y diputadas locales) y del Congreso de la Unión (cámara de diputados y cámara de senadores).
Todos los días somos testigos y asistimos indignados a la descomposición de nuestro poder legislativo. Prácticamente no hay día que no tengamos -a través de la prensa- noticias relacionadas con el mal desempeño de nuestro congreso local o del congreso de la unión.
Silbatos, caballos, machetes, máscaras de cochino, golpes, calumnias, pancartas, cristalazos, portazos, difamaciones, declaraciones racistas, tomas de tribuna: de todo hemos visto en los salones de sesiones de ambas cámaras federales (de diputados y de senadores), por no hablar ya de las auténticas canalladas que hemos visto cometer, también, en los congresos estatales. (nuestros diputados locales se aventaron el boleto muy recientemente al autorizar la cuenta pública del exgobernador Juan José Sabines Guerrero).
Los legisladores federales dándose golpes de pecho, al no poder validar la reforma educativa y sus respectivas leyes, porque su interlocutor: LA CNTE maneja doble discurso. Los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, siempre su activismo político ha sido de lucha y de protesta. Le agrego y convoco a todas las organizaciones sociales-políticas del país a coyunturar con la CNTE, ya no seguir luchando cada representación social por su lado, es momento de que los que nos gobiernan sepan que México nos son ellos, México somos nosotros.
Los legisladores hay que, han alzado la voz para denunciar campañas de hostilización y de desprestigio contra el poder legislativo por parte de los medios. Y en efecto, la prensa vigila acuciosamente el trabajo de los legisladores , como no podía ser de otro modo en una República Democrática, y ello hace aparecer sus críticas, en ocasiones, como exageradas. Y sin duda a veces lo son, pero es precisamente el bajo rendimiento de nuestros legisladores, cuando no su ineptitud, lo que termina por arraigar entre la gente la certidumbre de que tenemos un Congreso en franca decadencia, lo cual puede ser cierto, pero, ojo: allí están, para nunca jamás se nos olviden, las imágenes de la totalidad de diputados poniéndose de pie y aplaudiendo al unísono los informes de gobierno de los tlatoanis sexenales a lo largo de 9 décadas, cual si de una ceremonia religiosa se tratara; sí, allí, está el Congreso aplaudiendo de pie a Gustavo Díaz Ordaz, en 1968, luego de que este hombre -sarcásticamente vino a heredar el poder revolucionario-reclamara para sí toda la responsabilidad política, jurídica e histórica por los sucesos del 2 de octubre de ese mismo año, cuando todavía eran perseguidos y torturados muchos estudiantes; allí está el Congreso aplaudiendo, todos de pie una vez más, la devaluación del peso de Echeverría; allí está aplaudiendo la nacionalización de la banca, y en fin: allí está aplaudiendo la privatización de la misma, unos años más adelante…
No hay duda: con todos sus achaques, nuestros congresos de hoy en día son muy distintos tanto de los congresos porfiristas como de los priístas. Negarlo sería engañarse o querer engañar a alguien más: allí están de pie aplaudiendo al famoso asesino Goyo Cárdenas…
La pregunta, en efecto, es si no existirán precedentes históricos en los que encontremos a un Congreso cumpliendo con sus facultades y obligaciones constitucionales, buscando las mejores opciones para el país. En efecto: la lucha por la supervivencia del Congreso fue históricamente la lucha por la vigencia de la ley, pues en una dictadura o en un imperio en el que sólo rige la voluntad y el capricho del sátrapa… ¿qué viene a cuento una ley?, ¿qué viene a cuento un Congreso?
Allí está Iturbide, el sanguinario y falso padre de la patria, clausurando el Congreso Constituyente del Imperio cuando se atrevió a prohibir al emperador los gastos no autorizados por el propio Congreso y a eliminar los préstamos forzosos. Iturbide dio pues el primer golpe de Estado del México Independiente con el fin, por supuesto, de poder gobernar a su estilo, es decir, de acuerdo con sus estados de ánimo, invariablemente autoritarios, y cumpliendo, eso sí, estrictamente, con las instrucciones vertidas por la autoridad mayor, en su caso, la iglesia católica.
Allí está Santa Anna, otro brazo armado clerical, cerrando el Congreso en tres ocasiones para poder gobernar como monarca; las razones aducidas para justificar los sucesivos golpes de Estado: "sus servicios ya no son requeridos por el país".
Allí está también Victoriano Huerta, "el chacal", cerrando asimismo las cámaras para consolidar -sin éxito-su dictadura, coludido una vez más con el clero.
¿A qué impulso obedecían al actuar de este modo nuestros dictadores? ¿Por qué lo hacían? Naturalmente no porque los diputados fueran comodinos, ni unos inútiles, ni unos ineficientes, o sí. Lo hacían porque el Congreso , al igual que el poder judicial, han servido de contrapeso al poder ejecutivo, que estos hombres y sus socios pretendían ejercer (y ejercieron mientras les ha sido posible) del modo más absolutista posible.
"Hasta aquí , señor (levantaba la voz el diputado Ignacio Manuel Altamirano, el 1 de julio de l861), se ha creído en México que la política consiste en la vergonzosa contemporización con todas las tradiciones, con todos los crímenes; hasta aquí ha sido la divisa de la mayor parte de nuestros gobiernos, el "hoy por ti y mañana por mí". Pues bien, señor, eso es infame, esa será un política, pero una política engañosa e inmunda"
En el poder legislativo radica la salud de la República, nada menos, pero requiere de ciudadanos capaces de ejercer la representación popular de modo honesto y valiente: La tenencia de una curul constituye una alto honor e inviste una alta responsabilidad de dimensiones nacionales que debe asumirse sin perder jamás de vista los supremos intereses del país. En la historia legislativa del país han existido diversos senadores y diputados que han cumplido con creces sus obligaciones constitucionales y con el juramento de ver en todo caso por el bien de la nación.
Profr. Jesus Sánchez Rodriguez.
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