DIÓCESIS
+Mons. Enrique Díaz Díaz
Obispo Auxiliar Diócesis de San Cristóbal de Las Casas
La vida y la fiesta
XVI Domingo Ordinario
Jeremías 23, 1-6: "Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores"
Salmo 22: "El Señor es mi pastor, nada me faltará"
Efesios 2, 13-18: "Cristo es nuestra paz; él ha hecho de los judíos y de los no judíos un solo pueblo"
San Marcos 6, 30-34: "Andaban como ovejas sin pastor"
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: "Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco". Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer.
Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron.
Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. (Mc 6, 30-34).
Añoranzas
Don Sabino extraña aquellos tiempos: los domingos se reunía toda la familia y se hacía fiesta. Muy sencilla, pero era una alegría compartida y multiplicada. A los gritos de los niños respondían las amonestaciones y recomendaciones de los adultos. Canciones, bailes, juegos, y mucho diálogo. Ahora, apenas llega el viernes, Don Sabino ver salir a sus nietos con mucha prisa, cada uno por su lado, cada uno cargando su soledad; cada uno recorriendo sus huidas, cada uno en su silencio y en su abandono. Los ve ir y los ve regresar más cansados, más hastiados, con la resaca de dos días de excesos, de ruidos y de excentricidades. Los pocos que quedan en casa se encierran cada quien en su aburrimiento, desgastando las horas ante las imágenes monótonas de programas televisivos insulsos y fastidiosos, o ahogándose en el alcohol. ¿Día de fiesta? ¿Día de descanso? Don Sabino piensa que se ha perdido el sentido de la fiesta y el sentido del descanso, pero sus hijos y sus nietos le dicen que eran otros tiempos… Así, cada quien "descansa" en su aburrimiento. ¡Cuánta soledad y aislamiento se vive en las familias a pesar de que se quieren!
Un lugar solitario para la intimidad
Me encanta esta escena donde Jesús convive y descansa con sus amigos. Lo siento muy humano, muy cercano y dispuesto al diálogo, a la escucha y a la relación. Un aspecto muy importante de la vida del hombre es el descanso. Seis días trabajó el Señor, pero seis es un número incompleto, limitado, de la caducidad y de la muerte… Por eso en la Biblia aparece el séptimo día, como plenitud. En el séptimo día no sólo descansa Dios, sino también nosotros descansamos, salimos de la cotidianidad, y entramos en el canto de la fiesta, de la gratuidad y de la relación. Es el himno de alabanza y de compartir que une a los hombres y a Dios no sólo en relación horizontal, sino en relación con su fuente y su origen que es Dios. El hombre alcanza plenitud cuando celebra fiesta en el verdadero sentido. No podemos quedarnos en los seis días de trabajo, de dolor, de rutina, sino en el séptimo día damos el sentido de participación de la misma vida de Dios y de la vida comunitaria. Pero se necesita recuperar estos espacios de verdadero descanso, de compartir, de silencio, de diálogo. Nos hemos zambullidlo en la vorágine del ruido, de las prisas, del desenfreno y hemos perdido el sentido del silencio, de paz y del compartir. Jesús va a un lugar solitario para descansar, orar. ¿Nosotros cómo descansamos y convivimos? ¿Cómo hacemos nuestras fiestas?
Vida y fiesta
Vivimos en un momento en que parece necesario repensar la familia y reconocer sus fundamentos; repensar la comunidad y darle nuevos cimientos; repensar la sociedad y descubrir sus lazos más íntimos. Toda persona es un regalo, un don, primero para sí misma y después para los demás. Es un ser amado en sí mismo, pero con una inmensa posibilidad de amar a los demás y de entrar en relación. Si nos quedamos en la angustia de los seis días de trabajo, si no le damos el sentido de semejanza con Dios y de relación con el hombre, la persona se convierte en una tuerca más de la inmensa maquinaria de la producción, que ahoga la justicia y que vuelva al ser humano un autómata, sin sentimientos, sin fraternidad y sin relación. Todas las generaciones han luchado por momentos de descanso, por la vacación y por espacios para la comunicación, se le reconoce como un derecho logrado y cada día se consolida más. Pero es una tristeza que ahora ahoguemos ese espacio precioso de vida y de relación en alcohol, excesos, ruidos y desenfrenos. ¿Cómo dar a nuestros espacios libres la plenitud de la vida y de la relación?
Como ovejas sin pastor
Al lugar apartado y tranquilo que había escogido Jesús para compartir con sus discípulos, llegan las inmensas multitudes necesitadas de cariño, de comprensión y de restauración. Y Jesús no se niega porque la plenitud de la fiesta sólo será plena cuando se comparta con todos. Quien se esconde a comer su pan y su diversión en soledad, está robando felicidad a sus hermanos. La verdadera fiesta sólo será plena cuando sea de todos, cuando todos puedan participar y disfrutar, cuando se superen los desproporcionados abismos que dividen a los pueblos, cuando el pan sacie todas las bocas y cuando la vida digna sea un patrimonio de todos. Si hay quienes descansan con exceso de lujos mientras los demás tienen exceso de miseria, no podríamos decir que hay verdadera fiesta. Por eso Jesús se compadece y se estremecen sus entrañas cuando contempla aquellas inmensas multitudes. Por eso Ezequiel lanza sus improperios contra los falsos pastores que dispersan las ovejas, que las dejan perecer, que las rechazan y no las cuidan. Pero también por esa misma razón anuncia lleno de júbilo un pastor que dé vida plena, un rey justo y prudente que haga que se observen la ley y la justicia. Hay esperanza para el rebaño dispersado y golpeado, hay anuncios de nuevos y mejores pastos, de justicia y de verdad. Sólo en la justicia se podrá tener el banquete de fiesta, de descanso reconfortante y de encuentro íntimo.
Cristo nuestra paz
Para vivir en fiesta, se requiere parecerse a nuestro Padre Dios, que en plenitud crea, recrea y sostiene. No puede haber fiesta cuando los signos de la muerte y de la aniquilación rondan en torno a nosotros. San Pablo nos da a conocer cómo Cristo viene a restaurar y a vencer estos signos de muerte y a establecer la paz reconciliando a los pueblos divididos, aboliendo los odios, las divisiones y las injusticias. Exclama gozoso: "Cristo es nuestra Paz", porque anuncia la buena nueva tanto a los que estaban lejos como a los que estaban cerca, porque todos podemos acercarnos al Padre por la acción del mismo Espíritu, porque nos prepara una mesa donde todos nos sentaremos a compartir la plenitud de la fiesta y de la vida.
Vengan conmigo
Hoy, día de descanso, día de fiesta, escuchemos las palabras de Jesús dirigidas también a nosotros: "Ven conmigo". Busquemos sentirnos envueltos en la mirada cariñosa de Jesús, llena de ternura y en unos brazos abiertos a pesar de nuestras miserias. Nos acepta como somos, como hemos llegado de la brega del camino, como nos ha dejado la vida: maltratados, heridos, desconfiados. Su amor y su compasión son capaces de rehacernos y de devolvernos dignidad. Será éste domingo un día especial para sentir su protección y cuidados. También, junto con Jesús, será una ocasión para mirar nuestras relaciones con los demás y nuestra capacidad para abrirnos y comprometernos con los demás. ¿Cómo y con quién comparto el regalo de la vida y de la fiesta? ¿Con quiénes convivo y cómo me relaciono? ¿Hay alguien cercano a mí que se siente solo y no me he dado cuenta? Hoy nos dejamos amar por Jesús y abrimos nuestro corazón a los hermanos.
Señor Jesús, míranos con amor, hoy somos nosotros los que vagamos como ovejas sin pastor, haznos sentir tus cuidados amorosos, y toca nuestra mente y nuestros ojos para que nos compadezcamos y abramos nuestro corazón a los hermanos. Amén
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