jueves, 14 de julio de 2011
Punto de Vista
Mario Tassías
Primera de dos partes
Planificar cómo promover la agroecología es un punto de apoyo para quienes se esfuerzan en producir alimentos. No se necesita más para entender que el mundo sin comida se muere de hambre ¿y quiénes producen los alimentos?
Por lo pronto: 47 personas de 22 organizaciones en 18 países (Zimbabue, Mozambique, República Democrática del Congo, Ruanda, Angola, Uganda, Tanzania, Kenia, Zambia, Sudáfrica, República Centroafricana, Brasil, México, Indonesia, Portugal, Estados Unidos, Francia, y Alemania) se han reunido en el Centro de Capacitación para el Desarrollo Endógeno de Shashe en la Provincia de Masvingo, Zimbabue, para planificar cómo promover la agroecología en la región de África Austral, Oriental y Central.
El tema es común en otros países. Es preocupación mundial. Chiapas incluido. Aquellos tienen el privilegio de observar de primera mano la combinación de reforma agraria con agricultura ecológica y agroecología llevada a cabo por las familias campesinas locales.
En donde fueron grandes ranchos de ganado propiedad de tres terratenientes que poseían 800 cabezas de ganado y no producían ni grano ni ningún otro alimento, ahora hay más de 365 familias campesinas con más de 3400 cabezas de ganado, que producen un promedio anual de entre 1 y 2 toneladas de granos por familia además de hortalizas y otros productos, en muchos casos usando métodos agroecológicos y semillas campesinas locales.
Esta experiencia refuerza el compromiso y la creencia en la agroecología y en la reforma agraria como pilares fundamentales para la construcción de la Soberanía Alimentaria. Los aludidos son campesinos y campesinas, técnicos y técnicas de organizaciones de la Vía Campesina, además de otras redes, ONGs, académicas, investigadores, intérpretes y otras personas.
La región de África actualmente encara retos y amenazas que socavan la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades, desplaza a las familias campesinas y mina su forma de sustento, desmejorando la capacidad colectiva de alimentar las naciones, y causando un grave daño al suelo, al medio ambiente y a la Madre Tierra.
Además se incluyen las manifestaciones locales y regionales de la crisis global de precios alimentarios y la crisis climática que han sido provocadas por el avance de las políticas neoliberales y por la avaricia y la extracción de beneficios de las Corporaciones Transnacionales (CTNs). Alimentos subvencionados baratos importados por las CTNs, posibilitados por los tratados de libre comercio, rebajan los precios que los agricultores reciben por sus productos agrícolas, que además obliga a las familias a abandonar el campo y a migrar a las ciudades, mientras se quebranta la producción alimentaria local y nacional.
Los inversionistas extranjeros, en muchos casos invitados por algunos gobiernos, acaparan las mejores tierras de labranza, desplazan a los agricultores locales y reorientan las tierras hacia la minería medioambientalmente devastadora, a las plantaciones de agrocombustibles que alimentan a los automóviles en vez de a las personas, y a otras plantaciones exportadoras que al final distribuyen las ganancias en pocas manos.
A todo lo anterior, hay que consignar las emisiones descontroladas de gases de efecto invernadero y la contaminación del aire proveniente de los Países Desarrollados y el sistema alimentario global de las corporaciones basado en el transporte a largas distancias y en la agricultura industrial, que están cambiando el clima en varios modos.
Las tierras se vuelven áridas, cada vez hay mayor escasez de agua, se incrementa la temperatura y condiciones progresivamente más extremas tales como fuertes tormentas, inundaciones y sequías. Las fechas de las épocas lluviosas se han vuelto completamente impredecibles, de manera que ya nadie sabe cuándo sembrar. CONTINUARÁ
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