miércoles, 29 de junio de 2011


Punto de Vista
Mario Tassías


Los diez puntos de la "Declaración de Ocosingo", ya recorren, en por lo menos seis idiomas, los caminos y veredas. Llegan a los pueblos remotos donde sobreviven hombres y mujeres del campo. Es la manifestación surgida de la necesidad, pronunciada, una vez más, luego de dos días de deliberaciones.
Son apreciaciones de una realidad que atosiga. Que une pensamientos. Que fuerza luchas de tiempos idos y por venir. Es la vivencia de otro Chiapas, el de los pueblos originarios que cimientan de acuerdo con la realidad que viven, circunstancia que amenaza rebasarlos. Escenarios de autocrítica para revalorar las formas de lucha.
La crisis económica del campesinado mexicano, la incertidumbre del sistema político nacional, el reflujo y estancamiento del movimiento social les ha planteado nuevos retos, para encarecer sus derechos económicos, sociales, culturales, ambientales e indígenas. Los derechos de la madre tierra, el rescate, conservación y mejoramiento de sus semillas nativas, la seguridad y soberanía alimentaria y el derecho a la libre organización, protesta y manifestación popular.
Así fue como los días 24 y 25 de junio en Ocosingo, hombres y mujeres que hablan tojolabal, tzotzil, tzeltal, chol, chuj, mam y los que hablan castellano, se reunieron en el marco de la celebración del VI congreso de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala CNPA y en torno del Encuentro Político Estatal "Construyendo Diálogos por la Unidad en la Lucha Indígena-Campesina". Ahí se habló de la coyuntura política nacional y situación del movimiento social, de la crisis económica, alimentaria ambiental y cultural.
Organizaciones como Maya Tojtzotze, Ocez, Opis, Fdcypt, Focipas, Incasur, Bloque de Sociedades de Palenque y Red de Abogados y Profesionistas Indígenas del Estado de Chiapas, todas afiliadas a la CNPA, coincidieron que el país, se encuentra en una situación económica complicada y endeble, sujeta a la dinámica mundial de mercado, determinada por las grandes transnacionales; en lo político la sucesión presidencial excita una efervescencia que produce inestabilidad y confrontación de los grandes grupos de poder del país; el problema de la seguridad y la guerra innecesaria de Felipe Calderón que ha provocado 40 mil muertos, sin que se visualice una disminución de la violencia; son grandes factores que agudizan la situación de pobreza, marginación y desigualdad de no menos 50 millones de mexicanos; inmersos en una crisis alimentaria sin precedente, donde la comida se transforma en combustible, a todo lo anterior se agudiza el cambio climático que nos alcanzó, del cual el modelo neoliberal y sus trasnacionales son responsables, por esa hambre voraz de producir a cualquier costo.
El reclamo es repetitivo. Siglos de lucha, alguien tiene que escuchar lo que los hombres y mujeres de la tierra demandan: 1. El respeto a los derechos humanos, colectivos e individuales; 2. Hacer efectivo los derechos sociales, culturales, ambientales e indígenas; 3. Proteger y defender a la madre tierra y los bienes naturales; 4. Defender la tierra y el territorio; 5. Defender la soberanía y seguridad alimentarias; 6. Ejercer y defender la autonomía y libre determinación de los pueblos originarios; 7. Practicar la autogestión como una estrategia de desarrollo comunitario; 8. Construir un movimiento agroecológico, que permita diseñar una estrategia de producción alternativa; 9. Disminuir el impacto del cambio climático global y 10. No criminalizar los movimientos populares.
La Declaración de Ocosingo ya circula. Vuela y su revoloteo anuncia construir diálogos por la unidad en la lucha indígena-campesina, una pendencia para volver los ojos hacia los pueblos originales que descienden de poblaciones que habitaban en el territorio actual del país al iniciarse la colonización y que conservan sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.

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