jueves, 28 de abril de 2011
Punto de Vista
Mario Tassías
La paz, tiene algunos apellidos. La paz pública es la que debería dar tranquilidad y quietud, en contraposición a la guerra o a la turbulencia. Tranquilidad y quietud, son cualidades de las que hoy carece México.
Bajo ese panorama que produce intranquilidad e inquietud, ahora en el Congreso de la Unión, se "cocinan", legislar es un término elevado para el efecto, nuevas reformas a la Ley de Seguridad Nacional. Nuevas por recientes, caducas por el contenido interior que las constituye. Está claro que no se usa gasolina para apagar el fuego. Imponer la paz, puede resultar contraproducente.
Un principio de sentido común, asiente que la paz es el arma más poderosa para contrarrestar el poder. Los legisladores sustituyen esa carencia con el interés político. Van como el cangrejo. A lo mejor como el burrito, al que no le han dado su maíz y da unos pasos pa'delante y otros pasos para atrás. El tema es delicado, pero no hay que darle muchas vueltas para encontrar la cuadratura del círculo.
Hay que asomarse a la realidad, para responder a los ciudadanos, pero sin vulnerar sus elementales principios humanos y libertades políticas. ¿Cómo avalar reformas para el establecimiento de un estado policiaco militar? ¿Aceptaría el ciudadano un país militarizado? Aprobada la Ley de Seguridad Nacional, traerán luego la Ley Laboral, solo faltará la "Ley Fuga", como ilustró Ahumada en un cartón publicado en el diario La Jornada el 27-04-2011.
La discusión entre legisladores de PRI, PRD, PT, Convergencia y PVEM, por ahora se debate en aguas turbulentas. Muchos de ellos, no tienen ni la más remota idea sobre los ordenamientos legales. Tal vez se construyen demasiados muros y no suficientes puentes y por ello se impide el paso de la cordura, por eso la vía libre de la insensatez. La confrontación de ideas pasa por otros terrenos y no por el de la reflexión.
Miembros de un mismo partido se han confrontado por el dictamen que otorga al ejército facultades de investigación; atribuciones para retener a presuntos delincuentes; realizar cateos sin orden judicial y actuar contra "acciones relacionadas con movimientos o conflictos de carácter político, electoral o de índole social". La jurisprudencia (Tesis 38/2000) señala que las fuerzas armadas solamente pueden ocuparse en auxilio de autoridades civiles, y nunca sustituir o suplir funciones constitucionales.
Dicho en castellano, ninguna autoridad militar está facultada para desempeñar actos de gobierno, es decir, imperativos o coercitivos, sino solo aquellos que se relacionen directamente con sus atribuciones inherentes y propias. Los artículos 29 y 129 de la Constitución de la República son rotundos en torno del caso. Por supuesto, que hay legisladores que ignoran el contenido de la Carta Magna.
Es cierto el grado de descomposición social que se vive, principalmente en el centro y norte del país, pero no es confrontando como se consigue la paz. El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente.
En la antesala, previa a la plenaria del jueves 28, la discusión se centrará en los asuntos que mayor polémica han desatado. Esas cuestiones que tienen que ver con el ámbito de acción de la fuerzas armadas; el impedimento para intervenir en manifestaciones de orden político, social, electoral o laboral; en la suspensión de garantías individuales mediante "protocolo"; en la falta del transparencia en la información en materia de seguridad nacional, entre otros.
Quizá la más grande lección de la historia es que nadie aprendió la lección. Quién sabe si es una exageración, a lo mejor una utopía, pero la leyenda cuenta que "Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor" como decía Antoine de Saint-Exupery (1900-1944).
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