jueves, 11 de febrero de 2010

Opinión

Rumando

Enrique Alfaro



* ¿El PRI pierde solo contra… el PRI?



En mi columna pasada sostenía que el “viejo” Partido Revolucionario Institucional se mudó con todo y sus peores prácticas al resto de los partidos políticos en la entidad y que, por lo tanto, el argumento de “derrotar a la vieja clase política que desea regresar al poder” no era valido para justificar alianzas en contra del tricolor en el proceso electoral local del presente año.

Esto no quiere decir que no pueda haber coaliciones electorales contra el PRI sino que el fondo la lucha será: “el poder por el poder mismo”, ya que es la misma clase política, sin diferencias ideológicas ni convicciones distintas.

En eso estamos de acuerdo con mi amigo Ruperto Portela Alvarado y coincido en que en el 2010 y 2012 seguramente habrá alianzas alrededor del PRI y del PRD, pero… “El PRI pierde solo contra el PRI”, diría para resumir Armando Cortés Rueda quién considera que “lo peor del PRI se fue al PRD lo mismo que al PAN. Maquío era priísta como Valdemar Rojas, Cárdenas, el Peje y Ebrard, lo mismo. Lo fueron igual Placido Humberto Morales y sus criaturas, Rutilio fue uno de ellos”.

¿Qué diferencia hay entre los priístas que permanecen fieles a su instituto y los que se fueron a poblar otros? Yo creo que ninguna, solo que como afirma Cortés Rueda: “en ellos obra la magia de que saliendo del PRI como si recibieran el agua bautismal que les quita el pecado original".

Dice el cuadro priísta que hoy en día su instituto no compite con el resto de los partidos, que ni coaligados le ganarían, sino que se enfrenta al aparato federal y local. En Chiapas esta realidad no se discute, como tampoco la afirmación de Ruperto Portela en el sentido de que en Oaxaca, Puebla y Veracruz, el liderazgo priísta es acentuado pues Ulises Ruiz Ortiz, Mario Marín Torres y Fidel Herrera Beltrán, respectivamente, han constituido gobiernos verdaderamente caciquiles.

En la presente elección se enfrentará el PRI formal contra el PRI informal, dicen mis amigos priístas, pero también por honestidad intelectual es necesario abandonar el discurso maniqueísta y juzgar a la “verdadera” militancia de los otros partidos distintos al tricolor.

Ciertamente los vicios que se le endilgan al PRI y sus militantes no les son ajenos a los demás partidos como sostiene el abogado Luis Enrique García García. Me consta.

El PRD, por ejemplo, se constituyó de dos vertientes autoritarias: la comunista y la priísta. Durante mis años de militante de izquierda participé en la organización de varias elecciones internas que invariablemente fueron una vergüenza, sin que pudiésemos achacárselo a la influencia priísta.

Si algún partido no aguantaría el escrutinio “voto por voto, casilla por casilla” es el PRD, pues no conoce la democracia interna, hasta la fecha. A manera de chascarrillo se afirma entre la militancia que la máxima perredista es: “Porqué no vamos a poner de acuerdo si podemos partirnos la madre…”

En lo que respecta al resto de la “izquierda” (PT y Convergencia) la circunstancia es la misma.

Por su parte, el PAN que se había distinguido como un partido doctrinario, ciudadano, con una vida institucional fuerte, sucumbió ante el poder y su corporativismo. Felipe Calderón cuando era dirigente nacional de Acción Nacional acuñó la frase: “Hay que ganar el poder sin perder el partido”, cuestión que suena irónica en los tiempos actuales.

Hoy el PAN se ha sumado a los partidos que cazan priístas inconformes para estar en condiciones de competir. Y su militancia enquistada en el poder federal no ha demostrado ser menos corruptas ni más capaz que las autoridades que criticaban.

Tanto el PRI, como la izquierda y la derecha partidista, reproducen vicios culturales del que el resto de mexicanos no estamos ajenos.

* * * * *

Sin embargo, esta colaboración resulta finalmente pesimista y parte del “discurso antipolítico” de moda, diría José Woldemberg. Es posible una visión optimista, en el que reconozcamos que los partidos son un mal necesario y en la medida en que los mexicanos asuman a plenitud su ciudadanía veremos transformaciones en las instituciones.

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