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HAITIANOS. Ninguna mexicano, con mediana memoria, pudo dejar de percibir la abismal diferencia entre la reacción inmediata de la ciudadanía en el terremoto de 1985 de la ciudad de México y la de la reciente catástrofe de Haití: en el Distrito Federal la ciudadanía se volcó en frenética ayuda a sus conciudadanos; mientras tanto en Haití –al menos en lo que pudimos percibir por la televisión–, el comportamiento fue bastante disímil.
HAY NIVELES. Como diría Beatriz Paredes. En efecto, los hay entre las personas, instituciones, empresas, pueblos, etcétera y, aun así, se pueden estudiar estos sin un sesgo discriminatorio, pueden estudiarse los contrastes o diferencias con respeto por los diferentes; sobre todo, tratando de entender los factores que subyacen a la realidad aparente –la nuestra–; no se puede equiparar las vivencias (cultura) de entes disimiles y mucho menos, alejarnos del momento histórico que pretendemos explicar.
CACOFONÍA CHUNCONESCA. Cheque usted estos comentarios: “En los medios, como la televisión observamos la cara de la gente cuando le reparten ayuda, no son caras de necesidad, más bien de abusivos insaciables. . . como todos son negros y se parecen tanto, habría que marcarlos con una tinta indeleble para que no se les repita la ayuda. La tinta tiene que ser blanca porque la que usa el Instituto Federal electoral no se les notaría por ser tan negros". Esto es lo que presuntamente dijo un connotado político –y locutor– chiapaneco en la radio, sin percatarse que los micrófonos estaban abiertos, después señalo que se trató simplemente de una broma: de que así somos lo mexicanos.
NEGRO Y ABUSIVO. Para usted, apreciable lector, quién será más abusivo y más negro –al menos mentalmente: los haitianos que les ha tocado vivir lo invivible, y no solamente por el terremoto, sino que desde siempre han estado sujetos a la extrema pobreza, corrupción y toda las consecuencias del subdesarrollo o, ese político-locutor que ha tenido la oportunidad de “representar” a su pueblo en repetidas ocasiones, que a través de la radio ha podido llegar a tanta gente; quien será pues, más negro, mas abusivo.
ESTAMOS HARTOS. A la ciudadanía ya no sorprende cuando un político muestra el cobre, sabemos que la ínfima chapa brillante sucumbe a la menor prueba; el problema radica en que este hartazgo social hacia la clase política es muy peligroso, puede ser causante de tomar caminos equivocados, sobre todo aquellos que amenazan con menoscabar a la democracia que tanta sangre y esfuerzo nos costó alcanzar.
¿Y AHORA QUÉ? Si aspiramos a ser una sociedad de instituciones y no de caciques, la pelota se encuentra en el terreno del PRD (partido político al que pertenece el susodicho Poli-locutor); digo, lo menos que podría hacer es expulsarlo; pero. . . y Usted. . . ¿Qué Piensa?
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